• Este día marca oficialmente las festividades decembrinas para la comunidad católica
Ciudad de
México.- El 12 de diciembre marca una de las fechas más significativas para los
fieles católicos en México: el Día de la Virgen de Guadalupe. El Gobierno
de la Ciudad de México estima la llegada de millones de visitantes al recinto
mariano ubicado en el cerro del Tepeyac, hogar de la Basílica de
Guadalupe, donde se encuentra el ayate que, según la tradición, porta la imagen
milagrosa de la Virgen Morena.
Ante la
masiva afluencia, las autoridades locales han implementado un operativo de
seguridad para garantizar la integridad de los asistentes. Este año, el
“alcoholímetro” se adelantó para prevenir accidentes, especialmente tras el
trágico incidente de inicios de semana en el que un grupo de peregrinos
ciclistas fue atropellado por un conductor en estado de ebriedad.
Además, en el
contexto de la emergencia sanitaria que aún persiste, se han tomado estrictas
medidas para evitar aglomeraciones y reducir riesgos:
·
Prohibición de misas
presenciales: Para evitar concentraciones prolongadas, las celebraciones
litúrgicas serán transmitidas virtualmente.
·
Sin pernoctaciones: No se
permitirá que los fieles pasen la noche en el atrio ni en las inmediaciones de
la Basílica.
·
Tránsito controlado: Dentro del
templo, los peregrinos deberán mantener un flujo continuo, con un tiempo máximo
de permanencia de 15 minutos.
·
Uso obligatorio de
cubrebocas y recomendación de esquema de vacunación completo.
·
Restricciones familiares: Se
sugiere no llevar menores de edad ni adolescentes, para proteger a los más
vulnerables.
·
Estas medidas buscan equilibrar
la tradición con la responsabilidad sanitaria, reconociendo la importancia de
la celebración para los millones de devotos que año con año se congregan en
honor a la Virgen de Guadalupe.
Cada
diciembre, la Basílica de Guadalupe se convierte en un epicentro de
devoción, donde millones de fieles llegan a agradecer milagros, pedir favores o
simplemente rendir tributo a la Virgen Morena. La historia detrás de esta
peregrinación tiene raíces profundas en la espiritualidad y la identidad
mexicana.
Según la
tradición, en 1531, la Virgen María se apareció al indígena Juan Diego
Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, donde antes se veneraba a Tonantzin,
la diosa madre de los pueblos originarios. En cuatro encuentros, la Virgen
pidió la construcción de un templo en ese lugar. Para convencer al obispo fray
Juan de Zumárraga, Juan Diego presentó el ayate con la imagen milagrosa de la
Virgen, estampada de manera inexplicable tras transportar en él un ramo de
rosas fuera de temporada.
Esta
historia, narrada en el Nican Mopohua en 1556, conecta la
espiritualidad prehispánica con la fe católica, en un sincretismo que marcó la
evangelización de México.
·
El debate histórico y cultural
Aunque la
devoción guadalupana es indiscutible, su tradición no está exenta de
controversia. Algunos historiadores cuestionan la ausencia de menciones
directas de fray Juan de Zumárraga sobre las apariciones, así como el hecho de
que el relato completo no apareció hasta 1649, más de un siglo después.
Asimismo, la
advocación guadalupana ya existía en España como patrona de la evangelización
del Nuevo Mundo. Hernán Cortés llegó a tierras mesoamericanas con un
estandarte que portaba su imagen. Sin embargo, la versión plasmada en el
ayate presenta rasgos mestizos y elementos indígenas, como el ángel con alas
tricolores a sus pies, lo que refuerza su conexión con la identidad nacional.
La Virgen de
Guadalupe es mucho más que un ícono religioso. Representa un punto de
unión entre las culturas prehispánica y europea, y su imagen se ha convertido
en símbolo de identidad para millones de mexicanos, incluso fuera del ámbito
religioso.
Mientras los
peregrinos llegan a la Basílica en medio de un operativo sin precedentes, queda
claro que la fe guadalupana sigue siendo una fuerza poderosa que mueve
corazones y cuerpos. En cada paso de los caminantes, en cada vela encendida y
en cada oración pronunciada, resuena un mensaje de esperanza y gratitud que
trasciende el tiempo y las adversidades.