• Alrededor de 100 pescadores trabajan en una concesión de dos mil 48 hectáreas para restauración de 11 recursos dentro de la ensenada de La Paz, una laguna costera en la parte sur de la bahía de la Paz.
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La Paz, Baja
California Sur.- Los pescadores de El Manglito, uno de los barrios fundadores
de la ciudad de La Paz, Baja California Sur (BCS), encontraron en la
acuacultura y el turismo, una alternativa para regenerar los recursos pesqueros
que han sido sobreexplotados.
Desde el 2016
los pescadores se agruparon en la Organización de Pescadores Rescatando la
Ensenada (OPRE) que fusionó a 15 cooperativas preexistentes y a 10 pescadores
libres, que en conjunto actualmente suman alrededor de cien pescadores.
Trabajan en una concesión de dos mil 48 hectáreas para restauración de 11
recursos dentro de la ensenada de La Paz, una laguna costera en la parte sur de
la bahía de la Paz.
Se trató de
una de las primeras concesiones de acuacultura para restauración en México,
cuyo objetivo era restaurar la población de callo hasta que el monitoreo
indique que es viable explotarlo nuevamente.
“Nos unimos
con el objetivo de cuidar y proteger estas especies para darle un uso
sustentable, un buen manejo, cambiar la historia de la pesca que hacíamos a
hacer un cuidado y una protección sobre la pesca, pero también sobre el medio
ambiente”, señaló Hubert Méndez, secretario del Consejo de Administración de
OPRE.
·
Historia de
la regeneración del callo de hacha
Los
pescadores del Manglito fundadores de La Paz tenían su fuente de ingresos
frente a sus casas en la bahía de La Paz donde encontraban una gran abundancia
de recursos pesqueros, pero conforme se fueron acabando, cada vez tenían que ir
más lejos a pescar. Primero iban a la Isla Espíritu Santo, a Isla San José y
llegaron a ir hasta Loreto.
“La verdad
tuvimos un paraíso en esta zona que no habíamos sabido aprovechar, lo que es el
callo de hacha, y la almeja catarina, esta última se extinguió por
sobreexplotación y por fenómenos naturales”, contó Hubert.
En el 2011
los pescadores hicieron un censo donde contabilizaron 60 mil ejemplares de
callo de hacha. En ese momento se comprometieron a no pescar la especie para
dejarla recuperarse y a implementar acciones de limpieza de la ensenada de La
Paz y de vigilancia de los recursos. También aprendieron a sembrarlas en zonas
donde tienen una mayor protección.
“Construimos
una visión de qué queríamos lograr y paso a paso fuimos construyendo este
futuro para nosotros”, señaló Hubert.
Durante seis
años no extrajeron el recurso y notaron una recuperación notable, por ejemplo,
en el 2015 registraron casi cinco millones de ejemplares.
Sin embargo,
en el 2017 llegó una especie invasora que mató casi el 90% de los callos de
hacha y aunque al momento su propagación está controlada y han logrado
recuperar una población de un millón doscientos ejemplares de callos en 2025,
incursionan en otras actividades para no depender económicamente de una especie
y de una sola actividad.
“(El
tunicado) nos dio una cachetada muy fuerte pero la verdad por una parte fue
bueno porque empezamos a diversificar. Ya teníamos una historia, una ensenada
limpia y pensamos en hacer turismo y también comenzamos a aprender e innovar
con la acuacultura. Nos dimos cuenta de que no podemos depender de una sola
especie”, señaló Hubert.
·
Diversificar
para sostener la restauración
Para bajar la
presión sobre el callo de hacha y reducir la dependencia económica a ese
recurso, los pescadores de OPRE iniciaron un camino desconocido explorando la
acuacultura y el turismo.
“Sentimos que
era una necesidad enorme porque queríamos diversificar los recursos de OPRE y
no estar golpeando únicamente al callo de hacha que, además son cuatro meses de
trabajo y después es solo vigilar, pero vigilar no nos deja ganancias”, señaló
Guillermo Méndez, integrante de OPRE y hermano de Hubert.
Él ha
liderado la iniciativa de cultivo de ostiones dentro de OPRE y se ha capacitado
con Sol Azul, una empresa dedicada a la ostricultura en la laguna de San
Ignacio, en el noreste de Baja California Sur.
OPRE ha
recibido donación de semillas de ostión de placer y japonés, y han descubierto
que es posible realizar ostricultura en la ensenada de La Paz. Hasta este
momento han tenido tres cosechas de ostión con buena sobrevivencia. Por
ejemplo, de la donación de semilla que recibieron en junio de 2025 obtuvieron
una sobrevivencia del 66%, señaló Guillermo.
Actualmente,
no hay ningún otro proyecto de cultivo de ostiones que haya prosperado en el
Golfo de California, ya que la mayoría de los proyectos están en el Océano
Pacífico. Sin embargo, el cultivo de ostión resulta prometedor y OPRE está
pensando en escalar pronto a 50 o 100 mil especies cultivadas y en diversificar
las especies que cultivan.
“Queremos
seguir e incluso también queremos cultivar el callo de hacha, almeja chocolata
café y roja para que haya más trabajo”, señaló Guillermo.
Después de
todo el trabajo de restauración del callo de hacha y pensando en otras
alternativas para hacer sostenible la restauración, incursionaron en el
turismo.
Desde hace
tres años los pescadores de OPRE lanzaron Manglitour, la operadora turística de
la cooperativa. Lo que los distingue del resto de la oferta turística es que
sus tours consisten en contar la historia de su comunidad y de OPRE mientras
visitan sitios emblemáticos de la restauración que realizan en la ensenada de
La Paz.
“Lo primero
que se nos vino a la mente fue turismo, pero un turismo de llevar a las
personas al cultivo para que saquen sus ostiones o su callo de hacha y después
prepararlos para comerlos con su mesa y sillas en la playa”, señaló Guillermo.
Así, a bordo
de una lancha llevan a grupos de turistas a compartir su historia, sus
anécdotas, su territorio y los acompañan a vivir la experiencia de cosechar sus
propios alimentos. Mientras que en el trayecto puede haber encuentros con
delfines, tortugas y avistamiento de aves también.
Su meta es
que con la diversificación y dejando descansar el callo otros tres años, puedan
recuperar los casi cinco millones que tuvieron en el 2015, o incluso llegar a
doce millones.
·
Un modelo en
construcción
Los
pescadores de OPRE son un ejemplo de acuacultura regenerativa, de acuerdo con
Andrew Rhodes, director de Relaciones Públicas y Política de Alumbra
Innovations, que ha financiado algunos proyectos de OPRE.
“Hacen
acuacultura con buenas prácticas y al mismo tiempo están regenerando el
ambiente. Es una apuesta de cómo podemos detonar modelos económicamente
viables, que restauren la naturaleza, honren a las comunidades y brinden
prosperidad”, señaló Rhodes.
Los
pescadores de OPRE están probando qué alternativas les funcionan mejor y
construyendo ese modelo que permita mantener un equilibrio en su relación con
el mar y su forma de vida.
“Honestamente,
para mí no es un proyecto, para mí esto es una historia viva donde la comunidad
de El Manglito no solo está restaurando un ecosistema y unas especies sino
también la relación que tenemos con el mar, y de esto se trata esto, de
entrelazar corazones y enfocarlos en la ensenada”, señaló Hubert.
*Este
artículo se publicó originalmente en Causa Natura Media.