• La comunidad de Agua Amarga es conocida por tener a los mejores pescadores de tiburón. Por más de tres generaciones, la pesca de tiburón les ha regalado memorias, sustento y conocimiento del mar.
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La Paz, Baja
California Sur.- “Soy pescador, actualmente soy capitán, y me dedico al turismo
de conservación”, responde Félix Rochín, de 32 años y originario de Agua
Amarga, al preguntarle a qué se dedica. Sigue diciendo que es pescador a pesar
de que son cinco años desde que incursionó en el turismo y tres sin salir a
pescar. De alguna manera sigue
perteneciendo al mar.
La comunidad
de Agua Amarga es conocida por tener a los mejores pescadores de tiburón. Por
más de tres generaciones, la pesca de tiburón les ha regalado memorias,
sustento y conocimiento del mar.
Sin embargo,
en los últimos 20 años los recursos pesqueros empezaron a disminuir a causa de
la pesca industrial y la pesca ilegal en la zona. Los tiburoneros veían cómo
cada vez había más prestadores de servicios turísticos en el mar y cómo los
pescadores se reconvertían total o parcialmente al turismo, una actividad que
les dejaba más ganancias.
Por eso, un
grupo de siete pescadores, entre ellos Rochín, incursionaron como capitanes
colaborando con otros prestadores de servicios turísticos y desde hace tres
años se acompañan con Orgcas, una organización dedicada a trabajar con las
comunidades costeras buscando la protección del mar, para constituirse como una
cooperativa turística.
Mediante
estos esfuerzos han reducido, y en algunos casos, eliminado la pesca de tiburón
en Bahía de los Muertos y alrededores de la Isla Cerralvo, en Baja California
Sur, al noroeste de México.
La
caída de la pesca
Luciano,
tatarabuelo de Joel Lucero, fue fundador de la comunidad de Agua Amarga y
pescador, cuyas lanchas de madera eran impulsadas por vela y remo en el mar. La
tradición continuó con su abuelo José, con su papá Luciano y ahora Joel de 61
años rompió parcialmente esa tradición al combinar la pesca con el turismo.
Cuando inició
en la pesca todas las embarcaciones de la comunidad se dedicaban a la pesca
comercial, cuenta Joel Lucero. Alrededor de la Isla Cerralvo, frente al Faro de
Punta Arena, en Punta Perico y en Bahía de los Muertos, capturaban huachinango,
cabrilla, anchoveta, cochito y tiburón, principalmente, mako, azul, piloto y
martillo.
Sin embargo,
tanto la pesca ilegal como la industrial han deteriorado el estado de todas las
especies que se encontraban en la zona. Esta última, aunque es legal, sus
prácticas son consideradas no sostenibles.
“Hay
industrias y actividades económicas destructivas que han mermado y afectado las
especies. Por ejemplo, un barco atunero y camaronero puede llevarse en una
noche lo que ellos sacarían en un año. Rascan el fondo y pescan todos los
juveniles de todas las especies. Estas actividades destructivas son una amenaza
al sustento de las comunidades”, señaló Frida Lara, especialista en tiburones
desde hace 10 años y coordinadora científica en Orgcas.
Los tiburones
presentes en el Pacífico mexicano y el Golfo de California están en la
categoría de “máximo aprovechamiento sustentable” en la Carta
Nacional Pesquera, esto significa que la extracción actual se encuentra en el
límite de no poner en riesgo la recuperación de la especie a largo plazo, y
recomienda no aumentar el esfuerzo pesquero.
Lo anterior
aunado a una desvalorización de los productos pesqueros en el mercado,
desalienta a los pescadores y los impulsa a buscar alternativas que les generen
ingresos estables.
“Realmente lo
que me apasiona es pescar, pero en el mercado nuestro producto es muy mal
pagado. Es decepcionante llegar con tu producto bonito, bien conservado,
pescado artesanalmente y selectivamente y que no le den el valor que merece.
Prefiero que sigan nadando libres que matarlos para malvenderlos”, señaló
Rochín quien conformaba uno de los equipos más eficientes de pesca de tiburón
en Agua Amarga.
Del
mar a los turistas: el cambio de paradigma
Muchos
pescadores como Lucero y Rochín, han visto una oportunidad de obtener mejores
ingresos en el turismo. Lo más común es que trabajen en él por temporadas, por
ejemplo, de mayo a julio que hay veda de tiburón, se dedican al turismo y a
pescar otras especies, y cuando es temporada baja de visitantes se dedican a la
pesca a plenitud.
“El trabajo
de la pesca es cada vez más difícil y no garantiza una estabilidad económica.
Vi que otros pescadores habían cambiado al turismo y les iba muy bien. El
trabajo de nosotros iba hacia abajo y el de ellos hacia arriba, y dije, ‘yo
creo que estamos en el bando equivocado, hay que intentarlo’, y aunque no ha
sido sencillo, tratamos de mezclar pesca y turismo porque eso nos garantiza una
mayor estabilidad”, señaló Lucero.
Diego Correa,
coordinador del programa de economía sustentable en la organización Red de
Turismo Sustentable y Desarrollo Social AC (RED), se encarga de acompañar y
asesorar en la consolidación de proyectos de turismo comunitario. Señala que en
la actualidad ningún sector puede depender de un solo ingreso debido a que no
es sostenible.
“Si dependen
de una actividad, cuando esa actividad tenga sus crisis y situaciones
impredecibles como eventos climáticos, tiene un declive. Aprovechando el
patrimonio natural y cultural hay una oportunidad de diversificar las
experiencias y son las comunidades las que lo están requiriendo”, señaló.
El turismo
comunitario parte de la necesidad local de incursionar en el turismo y de que
sean ellas quienes administran su patrimonio natural para obtener un beneficio
económico de ello.
Los
pescadores lo ven como una alternativa para darle un respiro a las especies que
pescan, ya que están conscientes de que la extracción constante de tiburón y de
las especies de las que se alimenta esta especie y de su hábitat, pueden
ocasionar su desaparición.
“Dedicarnos
al turismo en lo que se regenera el mar, es un poco la dinámica que queremos
también, porque si todos los que estamos en turismo nos dedicáramos a la pesca
totalmente, le pegaríamos muy duro a las especies la verdad”, señaló Lucero.
A través del
turismo cuidan, conservan y generan ingresos, que es una parte importante para
Correa. “Las sociedades humanas necesitan recursos para sobrevivir. Entonces
hay que ser creativos para que en estos contextos siga habiendo recurso para la
comunidad pero no haya una degradación de las especies”, señaló.
Desafíos
para una reconversión justa
En el 2021,
Orgcas se acercó a Agua Amarga donde habían 26 permisos para pesca de tiburón.
Se reunió con un grupo de pescadores para invitarlos a formar parte del
proyecto Tiburón, que proponía una transición hacia el turismo de conservación
como alternativa para reemplazar la pesca de especies colapsadas como los
tiburones.
“No veníamos
a atacarlos, sino a ofrecerles capacitación y la posibilidad de traer pangas y
clientes. Les dijimos, ‘lo único que necesitamos es que ustedes quieran
trabajar con nosotras’”, señaló Lara. Para agosto de ese mismo año, estaban
inmersas en la primera salida al mar con Lucero.
La primera
etapa del proyecto inició en 2022 con capacitación y un proceso de
formalización. Recibieron cursos de primeros auxilios, de seguridad en el buceo
y obtuvieron sus libretas de mar.
En una
segunda etapa en 2024, a través de un convenio con la organización RED,
emprendieron un proceso para mejorar su modelo de negocio y fortalecer sus
capacidades que hoy continúa.
Ese mismo año
el Banco Intercam donó dos embarcaciones a través de un contrato de comodato en
el que al paso de tres años, y si los pescadores dejan de pescar totalmente
tiburón, pasan a ser propiedad de los pescadores.
En vías de
ser más competitivos e independientes, los pescadores se constituyeron como una
cooperativa turística en el 2024, y con ello se han presentado más retos
financieros y legales que están en vías de resolver, como por ejemplo, obtener
un permiso que ampare sus actividades turísticas.
En la zona
que trabajan no existe una regulación de las actividades turísticas, por lo que
están en vías de regularizarse y firmar acuerdos con universidades y empresas
que busquen hacer un turismo científico.
Mientras
tanto, los pescadores implementan las mejores prácticas de manejo para
minimizar el impacto de las actividades turísticas en los ecosistemas.
Propuesta
de valor
Su mayor
ventaja ante la competencia en el mercado son los 30 años de experiencia en el
mar que los ha llenado de conocimientos sobre el territorio, el clima, la
historia local que comparten con quienes salen al mar con ellos. A esto, la
organización RED llama su propuesta de valor, es en lo que se distingue el
proyecto de otros.
“Le ponemos
mucho corazón a la actividad. Si vas con un pescador local que se hizo capitán
nunca te vas a aburrir porque si no encuentras vida marina en ese momento, él
te puede platicar historias locales. Todo eso tiene su enriquecimiento por sí
mismo”, señaló Rochín.
Él sale por
lo menos tres veces a la semana como capitán y a veces también como guía.
Durante seis horas comparte con los grupos a bordo sus conocimientos, los lleva
a los lugares para encontrarse con la gran biodiversidad de la zona, hacen
paradas en las playas más apreciadas por ellos y comparten sus platillos
tradicionales.
Durante el
recorrido comparten la historia tiburonera de su comunidad y los retos que han
enfrentado al incursionar en el turismo, y de esta manera, ofrecen cierta
educación ambiental y concientización a quienes toman los recorridos con ellos.
A diferencia del turismo de las grandes empresas que solo les interesa la tasa
de ganancia que van a obtener sin importar las variables sociales, culturales y
ambientales.
Resultados
y replicabilidad
El Proyecto
Tiburón tiene como objetivo equiparar los ingresos que los pescadores recibían
de la pesca de tiburón con el turismo. Para lograrlo necesitan aumentar el
número de salidas al mar para que eso se traduzca en ingresos para los
pescadores.
Sin embargo,
la incursión en el turismo ha sido difícil principalmente porque los pescadores
llegan al mercado cuando ya hay mucha competencia y hay prestadores con mejores
lanchas, equipo, logística y con una cartera de clientes importante. Su
principal reto ha sido ser competitivo en ese mercado.
“Un gran reto
aquí es insertarse en el mercado ya que están en un espacio donde la
competencia puede ser muy desigual. Ellos parten de un esquema de desigualdad
con un sector turístico un poco agresivo, entonces ahí tenemos que ver cómo
fortalecerlos”, señaló Correa.
Pese a las
adversidades, Lucero redujo en un 20% la pesca de tiburón, aunque sigue
manteniéndose en gran medida de los ingresos de la pesca de otras especies.
Mientras que Rochín desde hace tres años se dedica exclusivamente al turismo.
“El
planteamiento de ellas no era quitarnos la pesca de tiburón, de ninguna manera,
dijeron que el proyecto solo iba a hacer que dejáramos de pescarlo, y pues
resultó, llegó una etapa en la que no nos dábamos abasto para atender la pesca
de tiburón y el turismo. Optamos por deshacer la sociedad que teníamos de
cuatro y por dejar de pescar tiburón”, señaló Rochín.
Hasta el
momento Orgcas solo ha podido cuantificar los ingresos que los pescadores
obtienen a través de las salidas de ciencia que hacen con ellos y en
colaboración con otras organizaciones. En estas salidas Orgcas recolecta
muestras de tejido de tiburones y de ADN ambiental, coloca y monitorea sensores
de temperatura, con el objetivo de obtener información que les ayude a tomar
acciones de manejo y protección de los tiburones y sus hábitats.
Durante el
2024, Orgcas realizó 114 salidas al mar que generó un ingreso de 222 mil pesos
por capitanear, lo que representa un ingreso mensual promedio de 18 mil 500
pesos para el grupo de pescadores. Sin embargo, sus ingresos son mayores debido
a que aparte trabajan como capitanes con compañías turísticas, como guías y
rentan las lanchas.
“En el
momento en el que igualemos el ingreso que les genera la pesca de tiburón, que
no es tan fácil, los pescadores ya no dependerán de esta y tendrán un ingreso
que le permita sustentar a su familia sin tener que volver a pescar tiburón”,
señaló Lara.
Además,
actualmente están procesando datos del monitoreo para cuantificar el impacto
del proyecto tiburón en la población de la especie en esta zona. De momento
solo saben que en promedio un pescador captura entre siete y 10 tiburones por
cada salida al mar, por lo tanto, si se multiplica por las 114 salidas con
Orgcas, calculan que se evitó la pesca de alrededor de mil 140 tiburones
durante 2024.
El proyecto
tiburón está en construcción y ha tomado más de cuatro años lograr lo que lleva
hasta ahorita, por lo que la replicabilidad de este tipo de proyectos es un
reto, de acuerdo con Gabriela Galindo, directora de la organización RED, ya que
los proyectos requieren un acompañamiento personalizado acorde a sus realidades
comunitarias.
Sin embargo,
otros proyectos pueden encontrar inspiración en el caso de los pescadores
tiburoneros de Agua Amarga para adaptarlas a sus condiciones.
“Nos
encantaría poder tener un modelo replicable y que en una plataforma tomen el
curso y saquen su diagnóstico y ya, pero las circunstancias son muy
particulares. Aprendimos la lección de que tenemos que irnos uno por uno para
tener la sensibilidad de acompañarles en todo lo que necesitan para lograr la
profesionalización, comercialización, etc”, señala Galindo.
*Este
reportaje forma parte de la serie #TiburonerosEnCrisis, un especial sobre los
diferentes retos que enfrenta la pesca de tiburón en México. Publicado
originalmente en Causa Natura Media.