• Lejos de limitarse a actividades de apoyo en el hogar, millones de estos menores están ex-puestos a entornos laborales peligrosos, explotación y abandono escolar
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Estado de
México. - A pesar de los compromisos internacionales asumidos por México y los
avances legislativos en materia de derechos de la infancia, el trabajo infantil sigue
siendo una realidad persistente y alarmante en el país. Datos recientes revelan
que 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes entre 5 y 17 años realizan
alguna actividad laboral, lo que representa el 13.1% de la población en ese
grupo etario.
Lejos de
limitarse a actividades de apoyo en el hogar, millones de estos menores están
expuestos a entornos laborales peligrosos, explotación y abandono escolar,
vulnerando no solo sus derechos sino también su salud y su desarrollo integral.
¿Quiénes son y dónde trabajan?
El 60.2% de
los menores trabajadores son niños y el 39.8% son niñas. La mayoría de ellos se
concentra entre los 15 y 17 años (48.9%), aunque un importante 40.4% está en el
rango de 10 a 14 años, y el 10.8% tiene entre 5 y 9 años.
Los sectores
más frecuentes donde se desempeñan son:
·
Agropecuario (33%), con predominio masculino (39%)
·
Servicios (23.2%)
·
Comercio (21.5%), donde destacan más las niñas (32.3%)
·
Industria (12.5%)
·
Construcción (7%)
Trabajo infantil no permitido
De los 3.7
millones de menores trabajadores, al menos 2.1 millones realizan actividades no permitidas, ya
sea por ser menores de 15 años o por estar expuestos a trabajos peligrosos.
Dentro de este grupo, el 56.7% realiza labores consideradas peligrosas,
mientras que el 43.3% está por debajo de la edad legal para trabajar.
El 48.6% de
los menores está en ocupaciones prohibidas, el 42.9% en quehaceres domésticos
en condiciones no adecuadas, y un 8.5% combina ambas formas de trabajo.
Brecha de género y riesgos diferenciados
Aunque los
niños tienen mayor presencia en trabajos no permitidos (58.8%), las niñas están
especialmente expuestas al trabajo doméstico riesgoso,
con un 59.7% en esa condición. De ellas, el 30.8% dedica más de 28 horas
semanales a estas labores, mientras que sólo el 8.5% de los niños se encuentra
en ese mismo rango de carga laboral.
El impacto es
claro: el 21.1% de estos menores no asiste a la escuela, perpetuando ciclos de
pobreza y falta de oportunidades.
Entornos familiares y condiciones estructurales
Contrario a
la percepción de abandono, el 53.5% de los niños trabajadores vive con ambos
padres, el 33% en hogares extendidos, y el 13.4% con solo uno de los
progenitores. Un pequeño grupo (0.1%) habita en hogares no familiares, lo que
podría implicar situaciones de mayor vulnerabilidad.
De acuerdo
con la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil 2022 (ENTI) del INEGI, el 13.1% de
la población infantil y adolescente entre 5 y 17 años se encuentra en situación
de trabajo infantil, lo que equivale a 3.7 millones de personas. Este
porcentaje muestra una ligera disminución respecto a la ENTI 2019, cuando se
reportó un 11.5%, lo cual implica un aumento
preocupante tras la pandemia, particularmente en zonas
rurales y marginadas.
El marco
normativo mexicano prohíbe el trabajo infantil por debajo de los 15 años,
conforme al artículo 123 de la Constitución y la Ley Federal del Trabajo.
México también ha ratificado convenios internacionales fundamentales como el
Convenio 138 y el 182 de la OIT. Sin embargo, su implementación efectiva sigue
siendo limitada por la falta de inspecciones laborales, especialmente en el
sector informal.
Distribución geográfica y consecuencias
En cuanto a
la distribución geográfica, Chiapas, Oaxaca, Puebla y Guerrero registran las
tasas más altas de trabajo infantil en el país, superando el 20% en algunas
regiones rurales. Estas entidades comparten altos niveles de pobreza multidimensional,
escaso acceso a servicios educativos y un fuerte arraigo a actividades
agrícolas de subsistencia.
La exposición
a trabajos peligrosos —que abarca el uso de maquinaria, contacto con
pesticidas, cargas pesadas o jornadas prolongadas— representa una violación
directa a los derechos fundamentales de niñas, niños y adolescentes. Según
datos de la STPS, los menores en trabajos peligrosos están más expuestos a
accidentes, enfermedades respiratorias y deserción escolar temprana.
La
persistente desigualdad de género en las formas de trabajo infantil refleja
roles tradicionales en el entorno familiar. Mientras los niños suelen ser
empleados en sectores como el campo o la construcción, las niñas suelen asumir
tareas domésticas extensas no remuneradas. Estas actividades, aunque no siempre
visibles en estadísticas formales, representan una forma de trabajo infantil
cuando impiden el acceso a educación o implican riesgos físicos o psicológicos.
Retos para las políticas públicas
La asistencia
escolar, que debería ser garantizada por el Estado hasta el nivel medio
superior, se ve directamente afectada: más del 21% de los menores trabajadores
no asiste a la escuela. Este dato refuerza la necesidad de políticas públicas que
articulen educación, protección social y empleo digno para adultos, de modo que
los menores no tengan que incorporarse al mercado laboral por necesidad
económica.
El Gobierno
de México, a través de la STPS y el SIPINNA, ha puesto en marcha programas como
el Programa para Prevenir y Erradicar el Trabajo Infantil (PROPETI). No
obstante, especialistas advierten que su alcance es aún limitado por
restricciones presupuestales y falta de coordinación entre niveles de gobierno.