Muy buenos días estimable Lector, gracias, muchas gracias por continuar prefiriendo este su Diario El Independiente.
Inicio esta
columna comentando a Usted; México debe ser siempre viable como Nación justa y
como Nación justa y como País democrático respetado en el mundo. El nuevo siglo
es la etapa en la que las mexicanas y los mexicanos tienen resuelto llevar a
cabo las transformaciones que les permitan solucionar los problemas en las que
se sienten las bases para que cada ciudadano haga realidad sus legítimas
aspiraciones. Exigen una Nación en donde las libertades, la armonía, la
justicia y la igualdad de oportunidades, sea una realidad. Hoy las nuevas
formas de convivencia democrática a la que aspiran los mexicanos como País,
solo podrán existir si se asegura la eliminación de las barreras que impiden el
ejercicio cabal de los derechos fundamentales y de las libertades básicas de
las personas, así como su acceso a la igualdad real de oportunidades.
Si los
partidos políticos a nivel Nacional no construyen relaciones políticas,
democráticas y reciprocas en nuestra vida social, el tejido de nuestra sociedad
permanecerá frágil y fragmentado, producto de desigualdades irreductibles. La
voluntad popular general considera que, la lucha por la equidad social y de
genero es, en este momento de la vida Nacional, una de las vías fundamentales
para alcanzar una ciudadanía plena, acorde con un sistema democrático efectivo,
exento de discriminaciones que lo mutilen o lo socaven.
Déjeme
decirle estimado Lector: Nuestra Constitución, al incluir los Derechos Sociales
a la tierra, al trabajo, educación, salud, vivienda, seguridad social, abasto a
la alimentación, recreación, a un medio ambiente sano, y en general a
satisfacer todas las necesidades humanas, así mismo, creo los instrumentos para
construir una sociedad igualitaria y justa para que el ingreso y los recursos
se distribuyan equitativamente entre las personas y los grupos sociales.
En este
sentido; la justicia social parte de la noción integral de democracia y por
ello se opone a la acumulación e la riqueza en pocas manos, a los monopolios y
a la tiranía insensible del mercado. Hoy los gobiernos tienen que reconocer que
existen profundas desigualdades y son inadmisibles. Moderar la opulencia y la
indigencia sigue siendo una exigencia y un sentimiento de nuestra nación.
Por eso es el
momento de asumir que en la democracia el pueblo no solo elige a sus
gobernantes, sino que dirige el diseño de la política gubernamental, vigila que
sus representantes cumplan su responsabilidad, acaten la voluntad mayoritaria y
respeten el derecho de las minorías. Bajo este contexto la igualdad de todos
frente a la Ley, por un lado, una garantía fundamental que suprime privilegios
y fueros, y por otro el fundamento de nuestra convicción de que el interés
general priva sobre los intereses particulares de grupos, sectores o
ciudadanos.
Concluyo: La
justicia debe ser constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que
legítimamente le corresponde, y su valor similar al de la libertad y la
igualdad. Sin libertad, la justicia es incompleta; sin justicia la libertad es
débil; sin igualdad, la justicia es quimera; sin justicia la igualdad es
utopía.