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Hoy es miercoles, 11 de diciembre de 2024

En privado

• Cuestión de Tiempo.


 

No me cabe duda de que algún día llegarán tiempos en que el pueblo será lo suficientemente unido y fuerte para levantar esas pestilentes coladeras cargadas de inmunidad y corrupción que tanto daño nos han hecho.

 

Así es, llegarán tiempos en que el pueblo podrá levantar esas abominables cloacas hoy convertidas en nidos de inmoralidad, de perversidad y deshonestidad, en donde anidan muchas ratas de cola larga.

 

Y qué diera el pueblo por ver brotar desde esas putrefactas y purulentas entrañas, tanto estiércol, tanto lodo y tanta podredumbre.

 

Maldita podredumbre que apesta, que contamina, y que lamentablemente hoy amenaza con llevarse entre esos ríos de excremento a nuestra juventud y nuestra niñez, y eso es lo que más duele.

Pero el pueblo, a pesar de sus desesperados gritos, se traga su impotencia viendo cómo el nepotismo, el amiguismo y el compadrazgo, desde las más altas esferas, tejen sus indestructibles redes de atrocidades, de maledicencias y de perversidades.

 

Y el pueblo sufre observando cómo la evasiva, la excusa y la disculpa, cobijando la justificación y el importamadrismo, suben y bajan escalones legislativos.

 

y a cambio sonríe, irónico y a la vez preocupado, viendo cómo el subterfugio escarba más profundo el hoyo de la murmuración respecto a la actuación de sus nuevos representantes ante las cámaras ya sea alta o baja.

 

Pero desgraciadamente la afrenta y el agravio se confabulan en medio de complicidades, mientras el chisme, el rumor, y la habladuría, tienen como tema central el desconocimiento, la incapacidad y la ignorancia.

 

En efecto, deja mucho que desear la actuación de nuestras y nuestros flamantes diputados federales y Senadores.

 

¿Por qué…?

Porque debutan en lo que lamentablemente pareciera un circo saturado de graciosos arlequines, colmado de bulliciosos bufones, pletórico de divertidos humoristas y atiborrado de cómicos payasos.

Y nada está ocultó. Porque los actores a la luz del día siguen con su farsa, como lo hace hoy Xóchitl Gálvez, con sus indestructibles eslabones. Como lo hizo ayer Fernández Noroña, con sus irónicas payasadas. Y antes Lucía Trasviña con sus groseras ofensas.

 

Por sí solos, y basados en sus actuaciones, las y los diputados federales, lo mismo que los senadores, han obligado a la burla, a la intriga, al rumor, al sarcasmo y a la hilaridad pueblerina.

 

Y por consecuencia, por si solos son los responsables de tender entre nosotros el puente del beneficio de la duda.

 

Solo es cuestión de ver cómo, y por enésima ocasión, algunas y algunos diputados federales, al igual que senadores, han dejado constancia de su torpeza e ignorancia exhibiéndose dormidos desde esa máxima y respetable tribuna; y cuando despiertan, lo hacen solo para decir sandeces. O en su defecto han dejado en claro que ni siquiera aprendieron a leer.

 

Es más, con estas actuaciones, no solo dejan traslucir su insuficiencia, su incompetencia y su ineptitud, sino que con ello provocan desconfianza y falta de credibilidad de parte del pueblo en referencia a una noble, seria, respetable y honorable institución como es el Congreso de la Unión.

 

Luego entonces, con esas marrullerías solo nos dejan en claro que difícilmente están capacitados para atacar ancestrales males y de profundas raíces, como lo es la corrupción y la impunidad.

 

Y hay que dejarlo en claro, nosotros, como pueblo, no queremos legisladoras y legisladores que se coloquen una aureola en su frente y se persignen en señal de beatitud en aras de alcanzar una ansiada canonización de la cual, según ellas y ellos pudieran ser merecedores.

 

De ninguna manera.

 

Lo que deseamos son hombres y mujeres que luchen por la construcción de generaciones sólidas, con ética y virtudes, con excelencia y valores. Porque ese es el grito generalizado de los millones de jóvenes y adultos mayores que ya votamos por ellas y ellos, y a los que están obligados a dar respuestas.

 

En síntesis, lo que todos queremos son legisladoras y legisladores valientes, que no se asusten de su propia sombra, y que sean capaces de defender al pueblo de tantos monstruos que lo atacan y lo siguen martirizando; y que además realicen compromisos solo con el pueblo y para el pueblo.

 

Es decir, lo que deseamos son diputadas y diputados lo mismo que senadores que no lleven a cabo actos vergonzosos ni pactos infames; que no realicen alianzas degradantes ni negociaciones familiares; que no estipulen convenios pueriles ni tampoco tratados abominables; que no estipulen contratos afrentosos. Ni mucho menos acuerdos políticos que lesionen más al pueblo.

 

Así es. Queremos diputadas y diputados que no vayan dando tumbo tras tumbo, ni y tropiezo tras tropiezo; que no vayan eslabonando desatinos y burradas; y que no vayan hilando estupideces, he inventado pendejadas.

 

Es decir, legisladores que no se dediquen a crear leyes insulsas e insustanciales; sino leyes duras en contra de los bandidos de arriba y los delincuentes de abajo.

 

En fin, ojalá y la fuerza de la inmoralidad, de la perversidad, de la inmunidad y de la corrupción, no sea superior a la ignorancia de aquellos.

 

Porque de ser así, ese rio de inmoralidad acabará con todos.

 

Cuestión de tiempo.