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Hoy es miercoles, 24 de abril de 2024

Jesús Reyes Heroles, un hombre de historia y cultura

• La historiadora Eugenia Meyer y el sociólogo Gerardo Estrada revaloran el legado del ideólogo mexicano en la educación y el arte

Jesús Reyes Heroles, un hombre de historia y cultura

CIUDAD DE MÉXICO.-La reunión y estructuración del Archivo General de la Nación, la reorganización del Instituto Mora, la creación del Sistema Nacional de Investigadores, la fundación de la Universidad Pedagógica Nacional para elevar la calidad del magisterio y el impulso rotundo a las bibliotecas públicas en el país, que pasaron de 300 a 2 mil 500 durante el sexenio de Miguel de la Madrid.

Esto es parte del legado que el político, jurista, historiador y académico mexicano Jesús Reyes Heroles (1921-1985), quien nació un día como hoy de hace 100 años, dejó en los ámbitos de la cultura y la educación en México.

Entrevistados por separado, la historiadora Eugenia Meyer (1940) y el sociólogo y promotor cultural Gerardo Estrada (1946), quienes trabajaron diversos proyectos con el intelectual veracruzano, coinciden en que era “un hombre de cultura universal, un apasionado de la historia y de los libros, un liberal consumado, el gran ideólogo político de la segunda mitad del siglo XX y una figura de la talla de José Vasconcelos”.

Meyer cuenta que conoció a don Jesús –quien sacudió la anquilosada estructura política mexicana desde puestos clave como secretario de Gobernación (1976-1979) y de Educación Pública (1982-1985)– en la Academia Mexicana de la Historia.

“Tenía claro que la educación era vital en la construcción del país. Fue un hombre que conocía muy bien la historia. Era un liberal y eso le creó muchos conflictos. Pero lo más importante era su enorme capacidad de análisis de cómo se construyó el Estado mexicano”, comenta.

Quien coordinó la publicación de las Obras Completas del egresado de Derecho de la UNAM explica que cuando le encargó estructurar el Archivo General de la Nación, éste era un desastre.

“Una parte estaba en Palacio Nacional, y otra en la casa de Parque Lira. Logró trasladar los documentos al Museo Nacional de Arte, entonces sede de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y echó a andar el cambio al Palacio Negro de Lecumberri, donde está hoy”.

Tiempo después, narra la profesora emérita de la UNAM, “ya siendo secretario de la SEP, me solicitó organizar el Instituto Mora, que era un caos. Le dije que yo no sabía nada del siglo XIX y su respuesta fue fundamental para mí: ‘si usted no entiende el siglo XIX y el liberalismo mexicano, nunca comprenderá la Revolución que tanto le interesa’. Estuve cinco años en el Mora”.

La pionera en el campo de Historia Oral en América Latina destaca que, tras la muerte de quien también dirigió Petróleos Mexicanos y el Instituto Mexicano del Seguro Social, coordinó sus Obras Completas.

“Se creó la Asociación de Estudios Histórico-Políticos Jesús Reyes Heroles y me invitaron a participar. Se publicó una serie de cuadernos con sus textos y se decidió editar en ocho volúmenes su obra política, histórica y varia, que publicó el Fondo de Cultura Económica”.

Meyer dice que ordenó, junto con un grupo de alumnos, el archivo personal de don Jesús, que hoy resguarda el Centro de Estudios de Historia de México, de la Fundación Carlos Slim.

Gerardo Estrada, por su parte, fue invitado por don Jesús a dirigir la Casa de México en París. “Era un gran coleccionista de libros. Cuando iba a París siempre visitaba las librerías de viejo en busca de títulos del siglo XIX, en las que, valga la redundancia, era un viejo conocido”.

Dice que el impulsor de la primera gran reforma política de México le dejó dos enseñanzas. “La convicción de que el libro es el primer instrumento de la cultura y el reconocimiento de la diversidad cultural del país, que no somos una nación homogénea, que en la diversidad estriba el potencial creativo”.

El doctor por la Universidad de París señala que Reyes Heroles “estaba convencido que la educación básica no está completa sin una visión de las artes. Fue el impulsor fundamental del crecimiento de las bibliotecas: a principios de ese sexenio había 300, y al final 2 mil 500. Fue una de sus aportaciones más importantes”, indica.

“Cuando hay un auténtico intelectual al frente, la perspectiva cambia. Por su visión a largo plazo, sus ideas siguen vigentes”, concluye.