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Hoy es jueves, 18 de abril de 2024

Anne Carson, la poeta de la sed y de la luz

• La escritora, ensayista y traductora canadiense mezcla en sus textos la introspección con la pintura, el teatro y el cine

Anne Carson, la poeta de la sed y de la luz

CIUDAD DE MÉXICO.

Anne Carson (Toronto, 1950) es la poeta de la sed, del hambre y una de las figuras clave de la literatura anglosajona contemporánea que en sus ensayos mezcla pintura, teatro, cine y poesía clásica y, desde sus traducciones, actualiza los escritos de Safo, Heráclito, Simónides de Ceos y Gorgias. Ella, la escritora del silencio y de la introspección, una peregrina constante, ayer fue distinguida con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2020.

El anuncio fue realizado por la Fundación Princesa de Asturias (FPA), donde el jurado destacó su trabajo literario en los distintos ámbitos de la escritura, es decir, como poeta, ensayista y traductora, ya que ha alcanzado importantes “cotas de intensidad y solvencia intelectual que la sitúan entre los escritores más destacados del presente”.

Además, “desde el estudio del mundo grecolatino (Carson) ha construido una poética innovadora donde la vitalidad del gran pensamiento clásico funciona a la manera de un mapa que invita a dilucidar las complejidades del momento actual. Su obra mantiene un compromiso con la emoción y el pensamiento, con el estudio de la tradición y la presencia renovada de las Humanidades como una manera de alcanzar mejor conciencia de nuestro tiempo”, detalla el acta del galardón.

La autora de Nox, Decreación, Tipos de agua. El Camino de SantiagoAlbertineRutina de ejercicios y Si no, el inviernoFragmentos de Safo, publicados por Vaso Roto y que es vista como un faro de luz en el terreno de la lírica, cumplirá 70 años el próximo domingo y quien ya confirmó su próxima visita a México para el 1 de diciembre, en lo que será un acontecimiento que mostrará las conexiones que ha tejido entre poesía y mitología griega, su intimidad familiar, amorosa y la muerte de su hermano en 2000, como yace en Nox.

Y para conocer algunos detalles sobre su vida y obra, Excélsior charló con Jeannette L. Clariond, también poeta, traductora y editora de Vaso Roto.

¿Cómo definiría a Anne Carson?, se le pregunta vía telefónica. “Como una poeta llena de sed y de hambre, en el sentido de Søren Kierkegaard, donde sólo se puede llenar con más sed. Es una poeta que vive en el despojo, porque no está preocupada por las lecturas o por darse a conocer, es decir, ella no está en el afuera, sino dentro de ella misma, excavando, como bien dice en un poema con ecos de Elizabeth Bishop, como un topo que intenta llegar a esas zonas subterráneas para encontrar el oro de la poesía, tal como lo expresa en El camino de Santiago. La definiría como un alma con sed y hambre y siempre en peregrinaje”.

¿Cómo la conoció? “La conocí en la escuela de Wallace Stevens, donde ella estaba imbuida en la cábala. Ahí es donde empezó a hablar de Isaac Luria –a quien llamaban “Isaac el ciego”– y entonces me percaté del concepto de cábala y de poetas como Wallace Stevens, Elizabeth Bishop, John Ashbery, James Merrill”.

Después traduje Decreación y empecé a tener relación con ella. (En ese libro) incluye poesía, ensayo y un libreto para ópera. Me di cuenta de cómo mezcla pintura, teatro y cine y es una de las lecturas que podría recomendar para los lectores que se acercan por primera vez a Carson”, comenta.

MUSA ACUÁTICA

L. Clariond también recuerda que para Tales de Mileto el agua era el primer elemento de todas las cosas. Y en este sentido, Carson aborda esa línea y escribió Tipos de agua, recordando que Kafka tuvo la idea de cruzar a nado todos los ríos de Europa, acompañado de su amigo Max Brod, aunque su salud se lo impidió.

Entonces, Carson nos dice que le gustan las parábolas de Kafka y asegura que la gente que habita en ellas no sabe hacer preguntas de forma simple, y esos personajes son el modelo de Carson para hacer preguntas y lanzarlas con anécdotas a sus lectores”, apunta.

Y así recuerda que en Economía de lo que no se pierde –el libro de Carson que L. Clariond recién ha traducido y que publicará en octubre próximo–, recuerda que cuando Paul Celan tenía cuatro años y creaba sus propios cuentos, su padre le dijo que no era necesario hacerlo, porque el Antiguo Testamento está lleno de éstos y, por tanto, la creación de nuevas historias era un despilfarro de palabras”.

Y basada en esa anécdota, Carson nos dice que esos sentimientos paternos no son infrecuentes y que ella misma se ve reflejada, porque le sucedió algo similar con su padre, pues cuando ella terminaba sus poemas y los dejaba en la cocina, su padre los envolvía en papel periódico y escribía: ‘Viernes. Día de la basura’. Y para una fragilidad como la de Carson, tener un padre que hacía eso debió significar algo muy doloroso que ha expiado en los personajes de su obra”, revela.

Pero mientras L. Clariond recordaba esa anécdota, recibió un correo electrónico que dibuja de cuerpo entero la personalidad introspectiva y mesurada de la poeta canadiense, luego de que le diera la noticia del premio: “Estoy asombrada. Sé que tus esfuerzos son la maquinaria para esta sorpresa”.

Minutos después, Carson envió un breve mensaje compacto y cálido a la FPA: “Un increíble honor. Una total sorpresa. Desde que atravesé España a pie, en 1983 (desde Francia a Compostela), me he quedado maravillada con la cultura de esa gente que no sonríe a menos que tenga una muy buena razón. ¡Qué amable de su parte sugerir que puedo haberles dado una razón para hacerlo!”.

Esto nos habla de cómo Anne Carson es una mujer sensible y de una gran belleza, llena de espiritualidad y luz, como puede descubrirse en Economía de lo que no se pierde, donde compara a dos poetas enormes como Friedrich Hölderlin y Paul Celan”, concluye la editora.