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Hoy es miercoles, 11 de diciembre de 2024

En privado

• Señor Presidente…


Un Soldado, tiene dignidad,  honor, recato, decoro, honestidad, vergüenza, decencia, compostura, pundonor. Emana respeto y obediencia. Es arrojado y valiente,  capaz de ofrendar su vida. Y por todo eso, merece consideración, deferencia, respaldo y salvaguarda de parte del llamado jefe supremo de las fuerzas armadas, como lo es usted.

Pero  un Soldado, no está para  permitir humillación, vejación, sumisión… ¡Jamás!

Y en ese caso ocurrido en La Huacana, --señor presidente--,  la humillación a soldados, fue una humillación a hombres. Fue una humillación al Ejercito. Fue una humillación a México, al país,  a la nación, a la Soberanía.

Y lamentablemente usted, --siempre--, todo lo pretende solucionar con discursos sin argumentos, huecos, vacíos, sin sustento.

Como en este caso, cuando dijo:

“La actitud de los soldados fue muy responsable, muy digna, muy valiente, porque una cobardía es abusar de nuestros semejantes, por eso todo mi apoyo y mi respaldo a los soldados, marinos, los soldados son pueblo uniformado”.

Yo le pregunto a usted: ¿hay dignidad y valentía cuando se dejan humillar?

Más aun, usted  consideró que la actitud de los militares retenidos fue: “responsable, digna y valiente”, ya que “es una cobardía abusar de nuestros semejantes”.

Yo le respondo: los soldados no abusaron. Simplemente se pudieron defender.

Luego usted aseguró que las fuerzas armadas mantendrán siempre una actitud prudente, y descartó que estos hechos resten autoridad al Ejército.

¡Por favor…! Yo le respondo: ¡claro que sí le restan autoridad!

Y le pregunto de nuevo: ¿en qué sentido les da más autoridad? ¿Y para usted la prudencia significa que los soldados se dejen humillar? Acaso, si a usted lo ofenden, ¿adquiere más autoridad…? ¡Por favor explíquese! O, ¡Aplíquese!

También, de los Soldados usted dijo: “van a mantener siempre una actitud prudente. Porque están conscientes de que se deben de respetar los derechos humanos, y que a nadie se le debe privar de la vida”.

Yo le pregunto otra vez: ¿la delincuencia si puede pasar por encima de los derechos humanos de los Soldados? Y también le pregunto: ¿a los Soldados sí se les debe privar de la vida?

Otra cosa, usted insistió en que se trabaja ya en la capacitación de la Guardia Nacional para resolver situaciones de este tipo, y aunque reconoció que en estos casos siempre hay polémica, dijo que el gobierno federal “no oculta nada” y actúa ante casos de abusos o errores ejercidos por soldados y marinos. “Yo he podido constatar la manera responsable en que están actuando y en donde hay abusos, excesos, no se oculta nada, los mismos mandos como el almirante Ojeda o el general Crescencio me informan y sin ninguna justificación, cuando cometen un error o hay un hecho lamentable en donde son responsables, lo asumen”.

Palabras huecas, señor presidente. Donde solo nos dejan la idea de que los integrantes de la Guardia Nacional también pueden ser humillados y vejados.

Y con todo eso, tal parece que para usted, solo importan los derechos humanos de la delincuencia. De nadie más... Menos de los Soldados.

Yo solo le digo que este caso, --señor presidente--, donde sometieron y vejaron a un escuadrón de Soldados, es sumamente delicado. Y muy grave.  Sin importar las causas. Porque lo importante son, y fueron los efectos.

Ahora bien, el papel del ejército, señor presidente, es velar por los bienes del pueblo. Es ser garantes de la seguridad de todos los mexicanos. Garantes de la Soberanía Nacional.

Entonces, otórgueles valor, brío, vigor, decisión. Incúlqueles  intrepidez, audacia, denuedo, arrojo, gallardía, temple. Deles ánimo, resolución, aliento. Lo que no les dio en ninguna de sus expresiones.  

Por eso le digo señor presidente: el Ejército, el Soldado en acción, no merece el abandono, el desamparo el descuido y la desatención que usted, con sus palabras, le está proporcionando. Porque a esos Militares, les causa desanimo, les provoca desaliento. Y su labor se debilita, como también debilita  a esa Prestigiada institución, al país. Y de paso, deja en la indefensión a toda una sociedad que está sucumbiendo ante los niveles de inseguridad y violencia que hoy por hoy ya  rebasaron esas instituciones.

Basta pues de ese doble discurso matutino donde subliminalmente se beneficia a criminales y no se aboga por las Fuerzas Armadas.

Basta ya de tanta indiferencia política a hechos tan importantes que solo guardan las formas y lesionan el fondo.

Por tanto, --señor presidente--  es necesario llenar ese vacío gubernamental que en estos momentos lo está llenando, con hechos,  la delincuencia. Mientras con posturas gubernamentales como esas, solo nos deja el nefasto beneficio de la duda. Mientras aquellos se ríen y se burlan de usted, del Ejército, y de todos.

Vamos, “no es posible repeler agresiones con muñecas o ramos de flores“, escribió un soldado, quien, entre otras cosas, a usted señor presidente, le pide: “si tiene dignidad, renuncie al cargo”.

Y yo reitero: los delincuentes no son unas hermanitas de la caridad, a los que se les debe tratar con cartitas y palabras y buenos modales. Como también es imposible hablar de amor y paz con ellos. Es decir como usted lo ha venido haciendo desde que inició su gobierno.

Porque para ellos, -de su parte-, solo ha habido eso: amor y paz.

Cuestión de tiempo.