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Hoy es sábado, 20 de abril de 2024

“El arte perfecto no existe”: Alexander Krichel, pianista

El pianista alemán, quien debutó en Guanajuato, piensa que la música clásica permite que la humanidad conserve la esperanza en construir un lugar con menos guerras y más libertad

“El arte perfecto no existe”: Alexander Krichel, pianista

GUANAJUATO.

Alexander Krichel (Hamburgo, 1989) es considerado el pianista más prometedor de su generación y una de las voces más reflexivas entre los jóvenes de su especialidad. Ayer debutó en el 46 Festival Internacional Cervantino (FIC).

En entrevista con Excélsior, Krichel aseguró que la música clásica hace que los niños puedan fantasear libremente y que los demás no perdamos la esperanza en construir un lugar con menos guerras y más libertad. Adelantó que su próximo disco será To distant love (Al amor lejano), donde incluirá los Estudios sinfónicos de Robert Schumann, que estarán dedicados al amor romántico y distante, y a su abuela, fallecida en enero pasado, a quien el artista siempre llamaba 20 minutos antes de cada concierto.

Mi abuela y yo tuvimos una relación muy especial. Siempre le llamaba por teléfono antes de cada concierto, sin importar que yo estuviera en Japón, China o Estados Unidos. Ella siempre me contestaba y rezaba por mí, así que cuando yo subía al escenario la sentía cerca. por eso este CD, que lanzaré en febrero de 2019, será muy especial para mí”.

¿A quién llama ahora antes de cada concierto?, se le cuestiona al artista que visitó México en 2017, en el marco del Festival Blanco y Negro. “Todavía hablo con ella en mi mente; ella estuvo enferma mucho tiempo y me aseguró que cuando falleciera… ella estaría siempre conmigo en el escenario”.

¿Cuál es su búsqueda en la música? “Considero que la música tiene un impacto muy beneficioso en la gente, porque limpia el alma. Para mí esto es muy importante, pues nos enseña la esencia de la vida; por ejemplo, de las emociones, la paz y ayudar a la infancia. Todo esto puede alcanzarse si no hay guerra, que es lo contrario del arte. Pienso que no podemos disfrutar el arte si la gente se siente reprimida. El arte significa la libertad y no podemos estar libres si vivimos en medio de guerras”.

¿Cómo define su búsqueda en el escenario? “Uno tiene un objetivo en el escenario y es algo que puedo abrazar, pero al mismo tiempo sé que nunca podré alcanzarlo, sólo acercarme un poco. El arte no es como la ciencia. Sabemos que en la ciencia hay una solución perfecta a un problema, pero en la música eso no existe, pues siempre hay soluciones distintas, y todo depende de tu estado mental y emocional al momento de tocar el piano. Digamos que si estás feliz, no vas a tocar igual el mismo concierto que cuando estás triste, pues uno se inspira en sus emociones. Por eso creo que el arte perfecto no existe”.

¿Es un músico feliz con su realidad? “Es difícil hablar de política. Algunos piensan que los artistas no debemos hablar al respecto, porque ese mundo es distinto, pero los artistas sólo podemos esperar y tener esperanza; podemos inspirar emociones en el público y ayudar a tomar decisiones importantes que podrían mejorar la situación en el mundo. Eso es lo mejor que podemos hacer los artistas”.

¿Por qué le interesa que los niños tengan acceso a la música de concierto? “Porque me parece que los niños están abiertos a todo. Si les enseñas música clásica, también les enseñas que pueden fantasear libremente. Cuando yo me di cuenta de eso, al tocar, comprendí el significado de la vida. Y cuando los niños se den cuenta de lo que es capaz su mente ya no querrán vivir en un mundo de guerras, sino expresarse a través de la música o el arte; aunque tú no seas artista, la música te enseña a vivir alejado de cualquier guerra”.

 

Krichel reconoció que su acercamiento a la música fue posible en su primera infancia, pues fue un niño hiperactivo. “Entonces mi mamá decidió que necesitaba ocuparme en algo e hizo algo muy astuto: me llevó con una maestra rusa que no hablaba alemán y con quien sólo podía comunicarme a través de la música”.

Y confesó que mantiene un vínculo especial con dos compositores. “Tengo una conexión especial con Rajmáninov y, aunque no tengo sangre rusa en mis venas, he estudiado muy fuerte a todos los compositores rusos, especialmente su Segundo Concierto para Piano; y también con Ravel, a quien dediqué mi más reciente disco: Miroirs”.

Además, dijo que para él no es importante escuchar a otros intérpretes, ya que un artista debe encontrar su propio camino, y aunque no podría ocultar su admiración por el pianista ruso Sviatoslav Richter, no quiere ser su copia, sino encontrar su propio estilo.

Así que cuando aprendo una obra nueva, lo que quiero hacer es comprender por qué el compositor la escribió e intento entender los sentimientos de la pieza; luego busco esos sentimientos en mí. Así, creo, los músicos aspiramos a ser auténticos. Debemos servir a los compositores, pero también pensar en nuestros propios caminos creativos”, dijo.

Krichel ha tocado con las filarmónicas de Dresden, Bremen y Dortmund; las sinfónicas de Belgrado y Venezuela. En el Cervantino interpretó Variations sérieuses de F. Mendelssohn, Le tombeau de Couperin, de Ravel y Estudios Sinfónicos, de Schumann.

 

 

Existen pocos foros para la proyección de ensambles de música clásica, así que no hay mucha promoción para la música de cámara y los ensambles en general (en México)”, afirmó el violonchelista Sergio Carrillo Monárrez, integrante del Cuarteto de Cuerdas José White, que participó ayer en representación de Aguascalientes en el 46 Festival Internacional Cervantino (FIC).

Nosotros no pertenecemos a ningún tipo de institución y eso dificulta la difusión como cuarteto y supongo que debe suceder algo similar con ensambles de características similares, porque los músicos existen y los ensambles existen”, pero falta más apoyo por parte de los institutos de cultura, aseguró el intérprete mexicano.

Considerado una de las principales agrupaciones de México, el Cuarteto de Cuerdas José White presentó ayer, en el Auditorio General de la Universidad de Guanajuato, un repertorio de música mexicana contemporánea que incluyó las piezas ¿Viva?, de Luis Ramírez; La vida no es muy seria en sus cosas, de Óscar Alcalá; Música de feria, de Silvestre Revueltas; y Sudoku de Juan Andrés Vergara.