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Hoy es martes, 16 de abril de 2024

Criminalizan ayuda a los migrantes en el mar Mediterráneo

Italia y Grecia detienen y juzgan a activistas que rescatan a los refugiados que se lanzan al mar en botes frágiles para intentar llegar a Europa

Criminalizan ayuda a los migrantes en el mar Mediterráneo

BARCELONA.

Manuel Blanco decidió no cerrar los ojos. Cuando en 2015 vio por primera vez las dramáticas imágenes de miles de personas intentando llegar a Europa en frágiles y abarrotadas embarcaciones no lo pensó dos veces. “Esos niños podrían ser mis hijos. Yo podría ser cualquiera de esos padres”, reflexionó.

Este bombero sevillano de 47 años hizo su maleta y, junto a otros dos compañeros de la ONG española Promed-Aid, se lanzó a la isla griega de Lesbos. “Vimos que hacían falta manos y decidimos ir a ayudar”, relata a Excélsior. La tarea era rescatar del mar quienes huyen de la guerra, la pobreza o el terrorismo.

Las primeras misiones transcurrieron con cierta normalidad hasta que la madrugada del 14 de enero de 2016, mientras navegaban en un barco prestado por una ONG danesa, él y sus colegas Julio Latorre y Enrique Rodríguez, fueron detenidos por la guardia costera griega bajo acusación de “tentativa de tráfico ilegal de personas”.

El juicio se celebrará el 7 de mayo en Lesbos. “Nos enfrentamos a una pena de hasta 10 años de prisión”, dice Blanco, que reconoce que lo que realmente le preocupa es que “se esté criminalizando la ayuda humanitaria, que se intente penalizar la solidaridad”.

HOSTIGAMIENTO Y ATAQUES

Su caso no es el único. Otras organizaciones humanitarias como Proactiva Open Arms o Médicos sin Fronteras también han sufrido el hostigamiento en sus operaciones de rescate en el Mediterráneo por parte de las autoridades italianas o griegas.

De hecho el buque de la española Open Arms fue incautado el 17 de marzo en el puerto italiano de Pozzallo tras desembarcar a 218 inmigrantes rescatados de un naufragio. La fiscalía de Catania abrió una investigación contra tres miembros de la ONG por un posible delito de “promoción de la migración ilegal”.

Se enfrentan a penas de hasta 12 años de cárcel y a una multa 3 millones de euros. “Intentan que suframos económicamente y crear una opinión negativa hacia nosotros”, dijo Óscar Camps, líder de la ONG.

En vez de contar con el apoyo de las instituciones europeas, reciben ataques dialécticos. Fabrice Leggeri, director de Frontex (la agencia de control de fronteras exteriores de la UE), sembró la duda sobre la labor de “algunas” de estas organizaciones y llegó a acusarlas de “taxis para los traficantes”.

EL “INDIGNANTE” PAPEL DE EUROPA

Médicos sin Fronteras ha denunciado el bloqueo europeo al trabajo humanitario en el Mediterráneo. Renate Sinke, hasta hace unos días coordinadora del Aquarius, uno de los barcos de rescate de esta ONG, dijo al diario español La Vanguardia que “es indignante y decepcionante” el papel de Europa en toda esta crisis y criticó que “los gobiernos se preocupen más en proteger sus fronteras que de los dramas humanos”.

Un drama que a Manuel Blanco le “desbordó personalmente”. En sus más de 20 años de experiencia como bombero y rescatista –confiesa– nunca se había enfrentado una situación como la que ha vivido en el Mediterráneo. “Todos los días yo y mis compañeros acabábamos con lagrimas en los ojos”, recuerda.

LAMPEDUSA: 366 CADÁVERES

Aunque la crisis migratoria lleva años sacudiendo el Mediterráneo, fue en 2013 cuando una imagen conmocionó a toda Europa: 366 cadáveres aparecieron en la pequeña isla italiana de Lampedusa. A partir de ese momento diversas ONG se trasladaron a sus costas para realizar misiones de rescate y así poner luz a lo que ocurre en el que es hasta ahora el mayor corredor migratorio por mar.

Pero los obstáculos y las políticas de criminalización implementadas por algunos gobiernos de la Unión Europea contra las ONG hicieron que muchas asociaciones abandonaran sus labores. De las 12 embarcaciones que realizaban estas tareas ahora sólo quedan tres.

DE SUEÑO A PESADILLA

El sueño europeo se ha convertido para muchos inmigrantes o refugiados en una pesadilla. No todos consiguen llegar a Europa. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha contabilizado que, en lo que va  de este año, 557 personas han muerto o desaparecido al intentar cruzar el Mediterráneo. En este mismo periodo han conseguido llegar 16 mil 847 personas. Para estas mismas fechas, en 2017 habían llegado poco más de 20 mil.

Las cifras reflejan que los últimos años el flujo migratorio ha ido bajando poco a poco. Y los expertos aseguran que esto no ha ocurrido por casualidad. Los responsables políticos europeos buscan soluciones que vayan más allá de decidir qué hacer con los inmigrantes que ya están aquí; intentan encontrar estrategias que impidan que lleguen más.

Es por eso que los líderes europeos intentan exportar el problema a los lugares de origen, sobre todo África.

Para ello recurren a políticas como la de interrumpir las misiones humanitarias, ofrecer ayuda económica a los países norteafricanos para que contengan el flujo de personas, o para reforzar la Guardia Costera de Libia, de donde parten la mayoría de los inmigrantes. Los detractores de estas estrategias aseguran que la UE “soborna” a los países pobres para que le hagan el trabajo en las fronteras.

UNA RUTA MÁS PELIGROSA

Pese a estas estrategias, el flujo no se ha detenido por completo, pero se ha desplazado, dice Manuel Blanco. Ahora, la mayor parte del flujo se ha movido hacia el Mediterráneo central, más riesgoso.

La distancia entre Turquía y las islas griegas es de apenas 20 kilómetros, pero ahora la ruta desde Libia es más peligrosa, porque les obliga a cruzar cientos de millas en embarcaciones por lo general muy precarias”, explica. 

El rescatista español de Promed Aid asegura que en Europa existe “una corriente ideológica y política” que no entiende de solidaridad y “ve al otro como un problema”.

Critica que Europa no ponga el foco en los problemas que sufren estas personas en sus países de origen. Guerras, terrorismo, hambruna, pobreza, persecución... Y pregunta: ¿qué ocurre en tierra cuando la única salida es el mar? Si hacemos uso de la empatía, quizá podamos aproximarnos a una posible respuesta.