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Hoy es jueves, 25 de abril de 2024

Inspiración de acero

A partir de las 13:00 horas del próximo lunes se exhibirán las 18 piezas de metal inoxidable que integran la exposición a la intemperie, preparada por la pintora y escultora chihuahuense

Inspiración de acero

CIUDAD DE MÉXICO.

La ruptura existe en todo, en la naturaleza, en la sociedad y en las relaciones humanas. “Es un elemento de la vida, no una tragedia. Es un elemento constante y vital en la trayectoria del universo”, afirma Águeda Lozano (1944).

La pintora y escultora mexicana ha adoptado a la ruptura como punto de partida, pero también como meta, de las 18 piezas de acero inoxidable que, a partir de las 13:00 horas del próximo lunes, se exhibirán en la explanada del Palacio de Bellas Artes.

Expansión. El acero como la seda se denomina la muestra que podrá ser visitada hasta el 26 de noviembre y cuyo título, explica Lozano en entrevista, proviene de una reflexión sobre la forma en la que trabaja la curva en el acero.

El acero inoxidable es de los materiales más duros. Lo que me gusta de él es que puedo ir con esa materia a fondo. A todo su aspecto físico, el rolado, los pliegues, las rupturas, y además su coloración, porque el acero es un receptor muy fuerte de luz y de color”, detalla.

La también pintora nacida en Cuauhtémoc (Chihuahua) destaca que el acero es elegante y expresivo. “Primero es una placa y después se transforma en un personaje. Cuando hay sol, los diferentes pulidos, mates y espejos, se reflejan y el volumen de la obra aumenta del mate al brillante”.

Explica su pasión por este material poco maleable y resistente. “Yo vengo de una familia de fierreros. Mi papá tenía un taller de estructuras metálicas muy grande. Éramos diez hijos y nos permitía tocar toda la maquinaria. Cuando pasé a la escultura, el único material que se me ocurrió fue el acero.

No me incliné por la piedra —que es la talla— ni por el bronce —que son moldes—, ni por la madera o el mármol. El acero tiene su lenguaje, cada fragmento posee un comportamiento específico, aunque quiera repetir una curva nunca sale igual. A veces, el acero me lleva para otro lado y me debo adaptar a él”, agrega.

Quien estudió en el Taller de Artes Plásticas de la Universidad Autónoma de Nuevo León en Monterrey, entre 1960 y 1964, aclara que no existe una temática particular en su obra.

De tendencia abstracta, mi expresión traduce mi percepción del tiempo, no de una idea. El tema es lo que percibo. Voy sintiendo las cosas y las voy haciendo. Y la constante es la ruptura, como un fenómeno natural del comportamiento de la materia”, añade.

La artista plástica que se instaló en París desde 1971 admite que “a todo mundo le asustan mis rupturas, pero son las que le dan a la obra ese sentido de velocidad y ligereza, por eso no tiene volúmenes”.

Dice que, en relación con la materia, incluyéndonos a nosotros, hasta el pensamiento, es un cambio de milésimas de segundo. “Lo que propongo no es un concepto de tiempo, sino de materia. Y, en realidad, nosotros le damos sentido al tiempo en relación a nuestra materia”.

UN ANIMAL SOCIAL

 

El artista no inventa nada, sino que recoge todo el fenómeno social”, señala quien cuenta con una trayectoria de más de cuatro décadas. “Por eso siempre estamos en la punta, porque nos alimentamos de toda esa pirámide, desde la economía, la política, la educación y lo social. Por eso se dice que el creador es un testigo de su tiempo”.

Asegura que no hay artista que viva aislado contemplando a la naturaleza. “Es el animal más social de todos. Aunque para trabajar se requiere de un gran silencio, pues la que va hablando es la obra. Y a veces no dice nada y la tenemos que tirar a la basura”.

En busca de ese silencio y de una luz especial, Lozano ha vivido a caballo entre París y su ciudad natal. “La luz de Chihuahua es muy diferente, sobre todo para hacer pintura. En París, la luz es tamizada y hay mucha humedad. Quizá sólo en agosto se vea la fuerza de la luz que tiene Chihuahua, es una luz que ciega”.

Quien tiene en su haber más de 80 exposiciones individuales en México, Venezuela, Francia y Suiza, confiesa que en realidad nunca se fue de tierras aztecas. “Siempre he estado aquí realizando actividades. Venía hasta cinco veces por año. Ahora me está gustando mucho mi pueblo, porque es tranquilo y chiquito. Con la edad va uno a lo más fundamental”.

La primera artista mexicana en tener una escultura en una plaza parisina, Tierra de México en tierra de Francia, que se inauguró en 2006 en el Distrito 16 de la Ciudad Luz, dedicó los últimos ocho años a la confección de las 18 piezas de mediano formato, que van de 1.5 a tres metros de altura, que rodean el Palacio de Mármol en la capital.

Flor del desiertoA todo darClave de fa y Ligera son algunos de los nombres de las esculturas que poseen, indica, más gramos de emoción que de peso. “Son piezas únicas. No me he copiado hasta ahora; por eso soy lenta, me tienen que esperar para ver el resultado de mi trabajo, que es lo único que importa”.

El proceso creativo de Águeda Lozano comienza con el dibujo. “Es lo que nos enseña a observar. Necesitamos disciplinarnos primero para tener los instrumentos para expresarnos”. Y, posteriormente, construye una maqueta pequeña, de 20 a 50 centímetros de altura, para visualizar el formato que tendrá la escultura.

Cuando se logra es algo mágico. Quiero que mis obras dejen en el público un estado de ánimo positivo, que lo reanimen espiritualmente hablando”, concluye.