· ¡Qué tiempos aquellos! · Wilson en La Metralla · En memoria de dos grandes y entrañables amigos; Antonio Wilson González y Rigoberto Geraldo Avilés: Descansen en Paz
Como de costumbre, ese día Antonio
Wilson llego a su oficina de 16 de septiembre y Belisario Domínguez
(presidencia municipal) a las 9 de la mañana, tenía agenda llena; en cuanto se
“apea” de la suburban es interceptado por el Rigo Geraldo (QEPD), un viejo
amigo del alcalde, quién le pide un favor; mi “Toño”, quiero platicar contigo,
le dice: Wilson arquea una ceja --como el Tony Ortega-- y le contesta, “ve con
el Chuy Cota para que se agende”; no mi “Toño”, aquí en tu oficina no, mejor
damos un “maleconazo” tú y yo, sirve que te destreces: Wilson, sorprendido por
la inusitada petición de su amigo, le pregunta, ¿y para cuándo mi Rigo?, para
cuando dispongas mi “Toño”, le contesta; Wilson ve el reloj y le dice, “vente
el jueves a esta misma hora, ahorita me agarras muy ahorcado” a lo le contesta
el Rigo, ya dijo mi “Toño” y se despide con una sonrisa de oreja a oreja.
Llega el esperado jueves y el
Rigo, desde antes de las ocho de la mañana hace su arribo a la alcaldía --en
ese tiempo en 16 de septiembre y Belisario Domínguez-- hacer antesala, tiempo
que el Chuy Cota, secretario particular de Wilson, le brinda varias veces café
con galletas; el Rigo no le revela nada al Chuy Cota qué es lo que quiere
platicar con Wilson, simplemente le comenta que el “Toño” lo citó; a las nueve
hace su aparición el presidente municipal y de nuevo se “topa” con el Rigo, a
Wilson ya se le había olvidado el compromiso que había hecho y lo saluda como
si nada, qué tal mi Rigo, como andas, bien mi “Toño”, aquí esperándote, le
contesta, Wilson desconcertado y sin ligar nada, le pregunta, “ya vistes al
Negro Montaño”, no, a ti te estoy esperando, me dijiste que viniera hoy para
platicar contigo pero no en tu oficina, sino que íbamos a dar un “maleconazo” tú
y yo nadamas, es entonces cuando le “caí” el veinte y pide que le hablen al
Chuy Cota para ver que pendientes hay; llega el Chuy Cota con la agenda en la
mano y le recuerda que a las diez tiene audiencias; retrásalas media hora, voy
a salir con el Rigo, no tardo, le dice a su secretario particular, y aborda la
suburban con el Rigo de copiloto.
Wilson al volante y el Rigo de
copiloto; Wilson “tuerce” por la Belisario Domínguez para luego descolgarse por
5 de mayo en dirección al malecón; toman el malecón con rumbo al hotel Perla y
en cuanto pasan frente al hotel los Arcos, el Rigo le pide a un desconcertado
Wilson dar una “vueltecita” por el “centro”, petición a la que accede el
alcalde sin mucha malicia ni resistencias, en cuanto llegan de nuevo al cruce
de 16 de septiembre y revolución, le pide pasar por La Metralla (mueblería) “lo
más despacio que puedas” mi “Toño”, le dice, Wilson sigue sin saber qué onda
dándole cumplimiento al Rigo; al pasar frente a La Metralla, el Rigo de
inmediato detecta un estacionamiento libre frente a la mueblería (plan con maña)
y en la puerta de la tienda, como si se tratara de un patibulario, Ray Solís
(Gerente de mueblería La Metralla) esperando la llegada de Wilson; Ray Solís,
referí de numerosas peleas internacionales, se dirige a la suburban mientras
Wilson se estaciona; desde lejos el famoso referí le dirige el saludo,
bienvenido señor presidente, le dice, Wilson se “apea” de la suburban y se
funde en un afectuoso abrazo con Ray Solís, al tiempo que le presenta al Rigo
Geraldo como su amigo, su fiel escudero, remata en la presentación de su
acompañante; Ray Solís, saluda al Rigo con un “mucho gusto señor Geraldo”, y lo
conmina pasar a su oficina.
Ray Solís, honrando el
ceremonial, toma del brazo al alcalde invitándolo a “echarse” un café en su
oficina llena de fotografías y trofeos de peleas célebres e internacionales;
para Ray Solís, no hay más plática que el boxeo; en el par de minutos que dura
la “casual” visita a Ray Solís --más no para el Rigo Geraldo-- Ray Solías le
plática los últimos encuentros de Salvador Sánchez y Wilson solo asiste con
ligeros movimientos de cabeza y gestos de asombro; a Wilson poco le interesa
hablar de peleas en ese momento que se le “colgó” la agenda por culpa del Rigo,
sin saber qué diablos está pasando; en cuanto Ray Solís termina de comentar los
últimos encuentros de Sal Sánchez y antes de que comience con otras hazañas de
los grandes del cuadrilátero, Wilson se despide del famoso referí con el
compromiso de verse más delante; Ray Solís, los acompaña hasta la puerta de la
mueblería agradecido con la visita del presidente municipal.
Wilson aborda de nuevo la
suburban sumamente desconcertado, mientras el Rigo irradia una sonrisa pícara
que más intriga a Wilson y le pregunta ¿qué quieres Rigo, que es lo que traes
entre manos, dime?, y le suelta; ni cuando Liceaga me dijo que sería presidente
municipal de La Paz me ha desconcertado tanto; mi “Toño”, tu amigo Rigo no
quiere nada ni te va a pedir nada, simplemente que me presumas como tu amigo o
acaso ¿no soy tu amigo?, le increpa camino a la presidencia municipal, Wilson
solo sonríe desconcertado; llegan a la presidencia municipal, se bajan de la
suburban y se despiden, al tiempo que el Rigo le da las gracias por el “gran”
favor que le acababa de hacer; muchas gracias mi “Toño”, que Dios te bendiga le
dice; Wilson retoma la agenda de ese día con un retraso de 45 minutos sin poder
hilar qué es lo que quería el Rigo.
Semanas después coinciden en
un evento en la colonia “20 de noviembre”, y es allí donde el Rigo le confiesa
los motivos del “maleconazo”; si supieras mi “Toño” de la que me libraste, ya
no hallaba la puerta con el “tarzán” --un célebre cobrador de La Metralla-- que
me traía “juido”, después de la visita a Ray Solís me dejaron en paz, de verás
mi “Toño” como te agradezco que me hayas
hecho la “balona”, yo sabía que jamás me ibas a decir que no, Wilson solo sonríe
dándole una palmada en el hombro y le pregunta, no me digas que tenías todo
arreglado; el “maleconazo” y la sorpresiva visita a Ray Solís, así es mi “Toño”
le responde y agrega, de la logística me encargue anticipación; desde pedirle a
un amigo mío que le cuidara un estacionamiento frente a La Metralla hasta
decirle a Ray Solís que lo visitaría en su oficina; itinerario que desconocía
Wilson hasta que el propio Rigo le confeso con lujo de detalles. ¡Qué tal!.
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