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Hoy es jueves, 28 de marzo de 2024

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· ¡Qué tiempos aquellos! · Wilson en La Metralla · En memoria de dos grandes y entrañables amigos; Antonio Wilson González y Rigoberto Geraldo Avilés: Descansen en Paz



Como de costumbre, ese día Antonio Wilson llego a su oficina de 16 de septiembre y Belisario Domínguez (presidencia municipal) a las 9 de la mañana, tenía agenda llena; en cuanto se “apea” de la suburban es interceptado por el Rigo Geraldo (QEPD), un viejo amigo del alcalde, quién le pide un favor; mi “Toño”, quiero platicar contigo, le dice: Wilson arquea una ceja --como el Tony Ortega-- y le contesta, “ve con el Chuy Cota para que se agende”; no mi “Toño”, aquí en tu oficina no, mejor damos un “maleconazo” tú y yo, sirve que te destreces: Wilson, sorprendido por la inusitada petición de su amigo, le pregunta, ¿y para cuándo mi Rigo?, para cuando dispongas mi “Toño”, le contesta; Wilson ve el reloj y le dice, “vente el jueves a esta misma hora, ahorita me agarras muy ahorcado” a lo le contesta el Rigo, ya dijo mi “Toño” y se despide con una sonrisa de oreja a oreja.

 

Llega el esperado jueves y el Rigo, desde antes de las ocho de la mañana hace su arribo a la alcaldía --en ese tiempo en 16 de septiembre y Belisario Domínguez-- hacer antesala, tiempo que el Chuy Cota, secretario particular de Wilson, le brinda varias veces café con galletas; el Rigo no le revela nada al Chuy Cota qué es lo que quiere platicar con Wilson, simplemente le comenta que el “Toño” lo citó; a las nueve hace su aparición el presidente municipal y de nuevo se “topa” con el Rigo, a Wilson ya se le había olvidado el compromiso que había hecho y lo saluda como si nada, qué tal mi Rigo, como andas, bien mi “Toño”, aquí esperándote, le contesta, Wilson desconcertado y sin ligar nada, le pregunta, “ya vistes al Negro Montaño”, no, a ti te estoy esperando, me dijiste que viniera hoy para platicar contigo pero no en tu oficina, sino que íbamos a dar un “maleconazo” tú y yo nadamas, es entonces cuando le “caí” el veinte y pide que le hablen al Chuy Cota para ver que pendientes hay; llega el Chuy Cota con la agenda en la mano y le recuerda que a las diez tiene audiencias; retrásalas media hora, voy a salir con el Rigo, no tardo, le dice a su secretario particular, y aborda la suburban con el Rigo de copiloto.

 

Wilson al volante y el Rigo de copiloto; Wilson “tuerce” por la Belisario Domínguez para luego descolgarse por 5 de mayo en dirección al malecón; toman el malecón con rumbo al hotel Perla y en cuanto pasan frente al hotel los Arcos, el Rigo le pide a un desconcertado Wilson dar una “vueltecita” por el “centro”, petición a la que accede el alcalde sin mucha malicia ni resistencias, en cuanto llegan de nuevo al cruce de 16 de septiembre y revolución, le pide pasar por La Metralla (mueblería) “lo más despacio que puedas” mi “Toño”, le dice, Wilson sigue sin saber qué onda dándole cumplimiento al Rigo; al pasar frente a La Metralla, el Rigo de inmediato detecta un estacionamiento libre frente a la mueblería (plan con maña) y en la puerta de la tienda, como si se tratara de un patibulario, Ray Solís (Gerente de mueblería La Metralla) esperando la llegada de Wilson; Ray Solís, referí de numerosas peleas internacionales, se dirige a la suburban mientras Wilson se estaciona; desde lejos el famoso referí le dirige el saludo, bienvenido señor presidente, le dice, Wilson se “apea” de la suburban y se funde en un afectuoso abrazo con Ray Solís, al tiempo que le presenta al Rigo Geraldo como su amigo, su fiel escudero, remata en la presentación de su acompañante; Ray Solís, saluda al Rigo con un “mucho gusto señor Geraldo”, y lo conmina pasar a su oficina.

 

Ray Solís, honrando el ceremonial, toma del brazo al alcalde invitándolo a “echarse” un café en su oficina llena de fotografías y trofeos de peleas célebres e internacionales; para Ray Solís, no hay más plática que el boxeo; en el par de minutos que dura la “casual” visita a Ray Solís --más no para el Rigo Geraldo-- Ray Solías le plática los últimos encuentros de Salvador Sánchez y Wilson solo asiste con ligeros movimientos de cabeza y gestos de asombro; a Wilson poco le interesa hablar de peleas en ese momento que se le “colgó” la agenda por culpa del Rigo, sin saber qué diablos está pasando; en cuanto Ray Solís termina de comentar los últimos encuentros de Sal Sánchez y antes de que comience con otras hazañas de los grandes del cuadrilátero, Wilson se despide del famoso referí con el compromiso de verse más delante; Ray Solís, los acompaña hasta la puerta de la mueblería agradecido con la visita del presidente municipal.

 

Wilson aborda de nuevo la suburban sumamente desconcertado, mientras el Rigo irradia una sonrisa pícara que más intriga a Wilson y le pregunta ¿qué quieres Rigo, que es lo que traes entre manos, dime?, y le suelta; ni cuando Liceaga me dijo que sería presidente municipal de La Paz me ha desconcertado tanto; mi “Toño”, tu amigo Rigo no quiere nada ni te va a pedir nada, simplemente que me presumas como tu amigo o acaso ¿no soy tu amigo?, le increpa camino a la presidencia municipal, Wilson solo sonríe desconcertado; llegan a la presidencia municipal, se bajan de la suburban y se despiden, al tiempo que el Rigo le da las gracias por el “gran” favor que le acababa de hacer; muchas gracias mi “Toño”, que Dios te bendiga le dice; Wilson retoma la agenda de ese día con un retraso de 45 minutos sin poder hilar qué es lo que quería el Rigo.

 

Semanas después coinciden en un evento en la colonia “20 de noviembre”, y es allí donde el Rigo le confiesa los motivos del “maleconazo”; si supieras mi “Toño” de la que me libraste, ya no hallaba la puerta con el “tarzán” --un célebre cobrador de La Metralla-- que me traía “juido”, después de la visita a Ray Solís me dejaron en paz, de verás mi  “Toño” como te agradezco que me hayas hecho la “balona”, yo sabía que jamás me ibas a decir que no, Wilson solo sonríe dándole una palmada en el hombro y le pregunta, no me digas que tenías todo arreglado; el “maleconazo” y la sorpresiva visita a Ray Solís, así es mi “Toño” le responde y agrega, de la logística me encargue anticipación; desde pedirle a un amigo mío que le cuidara un estacionamiento frente a La Metralla hasta decirle a Ray Solís que lo visitaría en su oficina; itinerario que desconocía Wilson hasta que el propio Rigo le confeso con lujo de detalles. ¡Qué tal!.

 

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