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Hoy es martes, 23 de abril de 2024

El tiempo pasa lento en Cuba; el wifi y autos de los 50 conviven en La Habana

    LA HABANA, 23 de septiembre.– Por la mañana la isla huele a café tostado, por la tarde el olor es a humo quemado, a motor viejo que impregna la piel. Cuba intenta abrirse, quiere salir de la pob

El tiempo pasa lento en Cuba; el wifi y autos de los 50 conviven en La Habana

El tiempo pasa lento en Cuba; el wifi y autos de los 50 conviven en La Habana     LA HABANA, 23 de septiembre.– Por la mañana la isla huele a café tostado, por la tarde el olor es a humo quemado, a motor viejo que impregna la piel. Cuba intenta abrirse, quiere salir de la pobreza, traer tecnología, divisas e inversiones, pero sin renunciar al socialismo ni al control velado de su pueblo. Hace 17 años estuve aquí y las cosas han cambiado, no al ritmo vertiginoso que implicarían esos años ni a la velocidad con que Apple, por ejemplo, renueva su tecnología, pero hay signos de un pueblo que avanza. Hoy los cubanos pueden tener acceso a un teléfono celular y conectarse con el mundo vía internet móvil (wifi), aunque para ello tengan que pagar mucho dinero. Por ejemplo, 24 pesos cubanos equivalen a un CUC que es la moneda convertible que usan los extranjeros y que se creó para sustituir el dólar, y una tarjeta para llamar cuatro minutos al extranjero cuesta 5 CUCs, igual que una para tener acceso a internet por 5 horas.  

El tiempo pasa lento en Cuba; el wifi y autos de los 50 conviven en La Habana

  Pero la tentación de usar esos aparatos nuevos de telecomunicación (como le dicen los cubanos) es mayor y el gasto es compensado con la satisfacción de poder entablar una comunicación vía celular o un video chat con la familia, el novio o el esposo que está en algún otro lugar fuera de la isla. Los cubanos pasan horas en los lugares a donde llega el internet móvil, como la Calle 23 en el Vedado, una de las principales zonas de La Habana. Se sientan en las banquetas, en las jardineras, debajo de los árboles, o se quedan parados hablando con un aparato, que va desde un celular sencillo hasta una sofisticada tablet. Al olor a smog se suma el barullo de esas voces que hablan y hablan y la imagen es rara: de repente una familia de 4 personas en torno a un celular. Dos comparten el audífono, y los otros miran por la pantalla la conversación. A lo largo de esa calle es común ver gente ahí conectada: policías, amas de casa, jóvenes, ancianos, todos los que pueden hacerlo. Para ellos, esto es un avance, aunque las personas mayores dicen que eso es el diablo y que ha aumentado el robo de celulares; además del mercado negro de tarjetas telefónicas y para internet. “Vamos poco a poco”, dice un taxista que logró tener licencia para operar su propio taxi, un coche antiguo ruso, que se utilizaban en la guerra y acá les llaman “ladas”. Esteban está acostumbrado a tratar con turistas y periodistas y me confiesa que no hay tantos para la cobertura de la visita del papa Francisco, que “lo bueno” estuvo cuando John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, estuvo por acá en agosto. Quizá Esteban no sabe que para la cobertura de la visita papal se acreditaron mil periodistas, entre camarógrafos, fotógrafos, reporteros de todas partes del mundo. Además de que 74 viajaron desde la Santa Sede. El 20 de julio, cuando Cuba y Estados Unidos abrieron sus respectivas embajadas e izaron sus banderas se abrió el camino para el proceso de paz, pero aún quedan demandas que son claves para avanzar en ese camino de la reconciliación en el que tuvo mucho que ver el papa Francisco (quien ayer terminó su visita a la isla y viajó a Washington para continuar su misión pastoral). Cuba quiere que Estados Unidos termine definitivamente con el bloqueo comercial, que ha provocado, según lo dicho por el propio presidente Raúl Castro, “daños humanos y privaciones a las familias cubanas”. El gobierno ha estimado que las sanciones económicas y comerciales que impone la autoridad estadunidense representan daños por alrededor de 116 mil 880 millones de dólares, según el último informe sobre el bloqueo publicado en 2014. Incluso, Castro ha hablado de la necesidad de que haya una “compensación justa” por los efectos del embargo. También demanda que el territorio que “usurpa” la Base Naval en Guantánamo sea devuelto al país. Ese lugar está bajo control de Estados Unidos desde 1903 por un tratado de arrendamiento, que consideran es perpetuo y que Cuba no reconoce desde 1959. Otra petición cubana es que se detengan las emisiones de radio y televisión desde Florida hacia la isla, muchas apoyadas por programas “para la democratización de Cuba” que financia Estados Unidos. La Habana critica también el apoyo a los disidentes en la isla. Estados Unidos pide que Cuba avance en el respeto de los derechos humanos, libere presos políticos y permita la libre expresión de los opositores al régimen. Y se suma una exigencia más de ciudadanos y empresas estadunidenses que quieren que el gobierno de Castro pague indemnizaciones por expropiaciones sufridas tras la revolución de 1959. La comisión del Departamento de Justicia norteamericano revisa poco más de 5 mil 913 reclamaciones contra Cuba. El monto ascendía a más de mil 900 millones de dólares al momento de su expropiación, una suma que alcanzaría hoy unos siete mil millones, según estima el diario The New York Times. Esos reclamos de los gobiernos parecen estar alejados de la realidad cubana que transita sobre esos coches viejos, considerados por muchos “piezas de museo” y que han paseado incluso a Paris Hilton y Naomi Campbell, dos de las primeras ciudadanas norteamericanas que viajaron a la isla sin restricción desde Estados Unidos, el pasado febrero. Los vehículos que caminan con piezas fabricadas por los propios cubanos –pues hay modelos Dodge, Chevrolet, Plymouth y Kaiser de los años 50 cuyas refacciones ya no existen–, el humo y el fuerte olor a escape de autobuses viejos, las vigas de madera que apuntalan los edificios que están a punto de caer y detienen hasta las palmeras del malecón, son los testigos de un régimen que se quiere modernizar sin perder esencia. Ya lo dijo Raúl Castro cuando recibió al papa Francisco el pasado sábado: “Preservar el socialismo es garantizar la independencia, soberanía, desarrollo y bienestar de la nación”.