• Para garantizar la demanda del recurso, es necesario actualizar los marcos legales y regulatorios que rigen el manejo del líquido, afirma el IMCO
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Estado de México. - México se
encamina a una severa crisis de escasez hídrica que podría bajar
significativamente la disponibilidad de agua por habitante para el año 2030,
según datos del Banco de México.
Ante este panorama,
el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) urgió a
implementar políticas públicas que abarquen desde un innovador monitoreo hasta
la gestión de compra y venta de bonos de carbono.
Y es que, en medio de diversos
desafíos regionales en cuanto a recursos hídricos, se aprobó la Ley General de
Aguas, el IMCO detalló que el sector agropecuario fue el principal consumidor
en 2020, con 76% del agua total concesionada para riego de cultivos y
ganadería.
Le sigue el abastecimiento
público, que representa 15% del total y se distribuye a través de las redes de
agua potable a domicilios, industrias y a otros usuarios.
Finalmente, se encuentran la
industria autoabastecida tiene 5% del total, incluyendo a las empresas que
toman agua directamente de los ríos, arroyos, lagos y acuíferos del país, y las
centrales termoeléctricas, con 4%.
Es así, que los retos en
recursos hídricos que enumera el IMCO dependen de su tipo, que incluyen
(superficial o subterráneos), así como del tipo de fenómenos climatológicos
(precipitaciones o sequías).
Por ejemplo, respecto del agua
superficial, indica que en México, 60% del agua potable proviene de los cuerpos
de agua superficiales. “De los principales ríos, siete representan 71% del agua
superficial del país, distribuidos en la zona centro y sur del país, mientras
que sólo 29% del agua superficial se ubica en la zona norte”.
Alerta que “el principal
problema de las aguas superficiales es la contaminación, en particular por las
aguas residuales, ya sean domésticas, industriales, agrícolas o ganaderas, que
en la mayoría de los casos son vertidas sin tratamiento previo y que contienen
elementos y sustancias contaminantes disueltas”.
En cuanto al agua subterránea,
es decir, los acuíferos, hay riesgo de sobreexplotación, ya que —señala el
IMCO— en 2018, 18% de ellos estaba en esa condición.
“Esto afecta tanto el abasto
humano como las actividades agropecuarias e industriales, al mismo tiempo eleva
los costos de extracción del agua y ocasiona hundimientos en el terreno”.
Precisó que México recibe en
promedio alrededor de 1.5 millones de hm3 de agua al año en forma de
precipitación. De esa cantidad, 67% cae entre junio y septiembre, la mayoría en
la región sur-sureste.
Pero advierte que la
precipitación promedio anual a nivel nacional ha aumentado, siendo el cambio
climático uno de los principales factores. Sin embargo, este fenómeno no se ha
presentado en todas las entidades federativas con la misma intensidad.
El último grupo que enlista es el de
sequías.
“México es un país vulnerable
a sequías con 52% de su territorio ubicado en clima árido o semiárido. En
total, 14 estados se encuentran en estas regiones. Aunque las sequías son
fenómenos recurrentes, durante la última década éstas han ido en aumento en
frecuencia, intensidad y duración”, indica el instituto.
Adicionalmente, detalla la
situación del agua en el país, así como las necesidades de cada grupo de
consumidor.
Refiere, con base en datos del
Banco Mundial, que en el país la disponibilidad promedio anual per cápita pasó
de 10 mil metros cúbicos (m3) en 1960 a 4 mil en 2012. Se prevé que para 2030
esta disponibilidad en México descienda debajo de los 3 mil m3 por habitante.