• La organización amplía su trabajo educativo hacia el sector que más contacto tiene con el coral, ofreciendo cursos con validez oficial para fortalecer la conservación marina.
Emilio Avendaño
La Paz, Baja
California Sur.- En la zona de Perlas de La Paz, a un costado del puerto
Pichilingue, donde el mar se abre en tonos turquesa y el arrecife aún conserva
buena parte de su vitalidad, la organización Efecto Arena capacita a
prestadores de servicios turísticos en contacto directo con el coral para que
los visitantes conozcan cómo proteger los arrecifes.
Carlos
Cáceres Martínez, consejero técnico y coordinador del Programa de Educación
Ambiental de Efecto Arena, explicó que los cursos cuentan con 20 horas de
formación reconocidas por la Secretaría de Turismo (Sectur) y forman parte de
las actualizaciones que la Norma Oficial Mexicana exige para mantener vigente
la acreditación de los prestadores de servicio.
“Lo que nos
interesa en estos grupos es compartirles cuáles son las buenas prácticas de
desempeño en los arrecifes, no tanto que aprendan sobre la jardinería de coral.
Acá nos interesa que sepan, cuando llevan a los turistas a nadar, qué es lo que
deben de hacer para respetar y para que las cosas salgan bien”, detalló.
La
organización trabaja en la formación de la segunda generación de guías
capacitados, después de un primer curso con 19 participantes provenientes de
Baja California Sur, Nayarit, Oaxaca y Ciudad de México.
Para Cáceres,
este tipo de capacitación representa una herramienta necesaria para quienes,
aunque conscientes de la importancia del coral, requieren conocimientos
técnicos para trabajar en actividades con turistas.
“Los locales
todos tienen conciencia de que hay que cuidar el coral, pero necesitan
entrenamiento para poder tener herramientas y trabajar con los grupos
adecuadamente”, explicó.
Efecto Arena
La iniciativa
surgió dentro del esquema educativo que desde hace seis años desarrolla Efecto
Arena, una organización fundada por Carlos Cáceres, y Leopoldo López ante el
deterioro visible de los arrecifes cercanos a La Paz.
“Hace seis
años nos volteamos a ver y dijimos: ‘tenemos que hacer algo, las cosas están
mal’. Decidimos formar Efecto Arena con el objeto de poder contribuir a que las
cosas cambien”, relató.
El proyecto
nació bajo el ecosistema del colectivo Innovaciones Alumbra. Su base de
operaciones se encuentra en Perlas de La Paz, dentro de una concesión
marítimo-territorial de 3 mil 700 metros cuadrados. Ahí, junto a un arrecife
que se mantiene en buenas condiciones por su baja concurrencia, el equipo
realiza actividades de restauración coralina y talleres de sensibilización para
infancias, adolescentes y, recientemente, adultos vinculados al turismo.
Estas
acciones cobran relevancia en un contexto de creciente turismo. “Hay una tasa
de crecimiento de visitantes para la observación de la naturaleza muy alta. A
medida que los prestadores estén bien preparados, vamos a poder realizar la
actividad de manera amigable y mantener la resiliencia de los espacios que
visitan. Si no es así, se van a deteriorar y perderán su importancia”,
advirtió.
El trabajo de
Efecto Arena no se limita a la educación. Su equipo técnico mantiene 12 zonas
autorizadas de restauración, ubicadas dentro de un radio de 10 kilómetros desde
San Juan de Nepomuceno, donde operan actualmente. Cada coral que se siembra
tiene un costo aproximado de 450 pesos, y hasta ahora han trabajado 22 mil
fragmentos.
La
organización utiliza herramientas de fotogrametría para medir el crecimiento y
evolución de los corales a partir de modelos digitales elaborados con cientos
de fotografías. “Con esos modelos estudiamos el cambio, el proceso de cambio.
Tenemos el modelo de hace tres meses, de nueve meses, de doce meses, y con cada
uno estudiamos la complejidad del arrecife”, explicó Cáceres.
El
seguimiento técnico se traduce en resultados en donde las tasas de
supervivencia varían según la profundidad y el nivel de perturbación. En el
islote San Rafaelito, por ejemplo, los corales trasplantados alcanzan entre 65%
y 85% de supervivencia, mientras que en el islote San Juan de Nepomuceno, donde
no hay visitantes, los porcentajes son “extraordinarios”, entre 85% y 93%.
Estos datos sustentan la idea de que el manejo responsable de las zonas
turísticas tiene un impacto directo en la salud de los arrecifes.
Además del
monitoreo visual, Efecto Arena trabaja con 100 morfos genéticamente
identificados para evaluar la resistencia de distintas variantes de coral ante
el aumento de temperatura del agua.
En
colaboración con investigadores del Centro de Investigaciones Biológicas del
Noroeste (CIBNOR), han iniciado un banco genético que servirá para seleccionar
los organismos más resistentes y replicar su propagación. La organización forma
parte de la Red de Restauración del Pacífico con el objetivo de compartir
técnicas y experiencias ante los efectos del cambio climático.
Para Cáceres,
el componente educativo sigue siendo el eje que da sentido al proyecto. Desde
los talleres infantiles de jardinería de coral hasta los cursos certificados
para guías, la idea es crear una comunidad informada y responsable en torno al
arrecife. “Entre más diversos y conectados estén los arrecifes, son más
resilientes al cambio climático”.
* Este artículo fue
publicado originalmente en Causa Natura Media.