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Hoy es miercoles, 24 de abril de 2024

En privado

El flagelo de la inseguridad.



Ese reiterado sermón dominical del obispo de La Paz Miguel Ángel Alba Díaz, bien pudiera ---entre letras--- hablar de un claro desafío de parte de grupos criminales organizados dirigido, no tanto a las instituciones responsables de la seguridad en el estado, sino al jefe del ejecutivo.


Y no deja de ser un muy preocupante mensaje, no solamente para la autoridad que está obligada a enfrentar el reto, sino para toda una sociedad que ya de por sí, por el espectro de una pandemia, vive con el miedo untado en la piel.


De ahí que es fundamental que Víctor Castro Cosió, en su calidad de gobernante, ordene lo conducente para frenar a tiempo el avance de estos grupos de delincuentes que, al menos en Baja California Sur aún no han trastocado los factores productivos tal y como lo han hecho ya en otros estados del país.


Y claro que con el actuar a tiempo de la autoridad, no dejarían que estas cuadrillas de malvivientes continúen con la construcción de sus redes de perversidades.


Por eso es importante poner un freno antes de que sea demasiado tarde.


Es decir, Víctor Castro Cosió, no debe permitir que el cometimiento de hechos criminales en nuestra entidad los tengamos que aceptar como “muy normales y cotidianos” por parte de los sudcalifornianos.


Menos aun cuando hablamos de aquellos que son calificados como de alto impacto. Y mucho menos aceptar el surgimiento de uno nuevo, como es el cobro de piso, el cual, quiérase o no, al paso de los años podría quedar en la conciencia del mandatario en turno a sabiendas de que pudo evitarlo y no lo hizo.


Y es que, los actos criminales de estos grupos no solamente trastocan mandamientos constitucionales y vulneran derechos humanos, sino que a su paso siembran terror, dejando una larga y dolorosa estela de lágrimas, y un maloliente surco de sangre.


Por eso es imperativo para el gobernador y su gabinete de seguridad aplicar la inteligencia necesaria para evitar a toda costa que el cometimiento de hechos perniciosos busque y pretenda rebasar las instituciones, y por sobre todo evitar que el control se le salga de las manos.


Porque las autoridades lo saben perfectamente. Estos grupos, al denominarse organizados, es porque lo son, y utilizan estrategias viables para actuar. De ahí el valor que tiene y lo importante que reviste la intervención inteligente y oportuna del aparato gubernamental para enfrentar los riesgos y amenazas que comprometan o afecten la seguridad de la población.


Le comento lector: a una semana de haber tomado posesión como gobernador, previamente yo le había hablado de los flagelos de la inseguridad en BCS, que tiene que ver con feminicidios, secuestros, asaltos, robos, homicidios… que por supuesto, Víctor no ignoraba, pero ya como gobernante se mostró más preocupado.


Enseguida e inmediatamente, muy a lo cortito, Víctor me dijo: “todos los días, por la mañana, voy a reunirme con el gabinete de seguridad del estado para analizar todo lo relacionado con eso”. Lo está haciendo. Tiene palabra y la cumple.


Sin embargo, es muy fácil deducir que el tema de la seguridad en nuestro estado sigue siendo un tema que merece un análisis muy profundo, y en el que reiteradamente se tiene que ahondar.


Porque hay inconsistencias y fallas. Lo mismo que vicios y debilidades.


Y sabe Víctor que lamentablemente los huecos que deja la falta de fortaleza y de energía, son las puertas con derecho a picaporte para que actúen los delincuentes.


Luego entonces falta mucho. Demasiado.


Tal vez actuar, o tal vez aplicar más inteligencia. Quizás mejorar estrategias, o capacitación, o mayores sueldos, Sin descartar el fortalecimiento de los cuerpos policiacos.


Y se debe proceder cuanto antes.


Porque de frente a la inacción, lamentablemente los grupos criminales no duermen y avanzan estratégicamente.


Y ese letargo oficial, nos obliga a que cotidianamente desayunemos noticias de sangre y cadáveres, con el consecuente sufrimiento del pueblo.


Y la suma de todo, es motivo suficiente para llevarnos a un profundo estado de depresión. Y más aún en tiempos como los actuales donde frente a una pandemia pendemos de un milagro.


Y sin duda, lo más preocupante es saber que, al ver esas noticias como algo cotidiano, nos estamos acostumbrando a ellas. De ahí que veamos muy lejana la esperanza de alcanzar la paz anhelada.


Además, Víctor sabe que la verdadera Democracia, lleva consigo muchos factores, que tienen que ver con Justicia, Tolerancia, Desarme, Derechos Humanos, Respeto a la Diversidad Cultural y a la Preservación del Medio Ambiente, además de lograr la Prevención y Resolución de Conflictos.


Ahora bien, no debemos soslayar que la Democracia, es un pregón que junto a la férrea defensa de los pobres, camina de la mano de la Cuarta Transformación.


Y Víctor, sabe también que el derecho, es la inevitable fuerza de una comunidad, de ahí que gobiernos y legisladores se obliguen a establecer las leyes necesarias que normen el buen desempeño de la sociedad y su sana convivencia. Y en su caso, establecer las normas que dicten el castigo y sanción para quienes violen las leyes.


En síntesis, tras los reiterados sermones dominicales del jerarca eclesiástico, el nivel de preocupación sobre la percepción de inseguridad entre los sudcalifornianos ha rasgado los cielos.

Sin embargo, aun cuando alcanzar la paz, es una responsabilidad del gobierno, es tarea de todos. Y donde también se involucra la iglesia.


Por todo eso, tal vez le asista la razón al Obispo.


Cuestión de tiempo.