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Hoy es viernes, 19 de abril de 2024

Los libros como antídoto y salvación; David Grossman (1967)

El escritor israelí tendrá una conversación virtual con Guadalupe Nettel el 2 de septiembre en el marco del Hay Festival Querétaro 2021

Los libros como antídoto y salvación; David Grossman (1967)


CIUDAD DE MÉXICO.-Un libro debe ser una medicina que podamos tomar periódicamente”, afirma el escritor David Grossman (Jerusalén, 1954), quien se presentará el 2 de septiembre a las 10:30 horas en una conversación virtual con la escritora mexicana Guadalupe Nettel, en el marco del Hay Festival Querétaro 2021.

Así que en este tiempo de conflictos armados podemos acudir a la literatura, no para cubrir esos terribles hechos, sino para exponerlos y ver las desigualdades existentes, ya que el mundo se ha vuelto burdo y la literatura es la única manera de acercarnos a estos temas y alzar la voz; la literatura hace eco donde no hay sentido”, dice a Excélsior el narrador y ensayista.

Sin embargo, tiene claro que no muchos libros pueden salvarnos de la guerra “porque ésta tiene un poder en sí mismo y la realidad que vivimos es lo opuesto a la creatividad, en un mundo donde las relaciones humanas se han venido abajo y la pandemia nos ha aplastado, llenándonos de miedo y desconfianza. En ese mundo, la literatura nos permite respirar con ambos pulmones y nos revela que cada persona es un mundo en su interior”.

Un libro, advierte, es un arma ínfima contra la guerra, “pero nos da la esperanza de que algo bueno nos aguarda cuando termine esta situación. Un libro puede ser un instrumento para abrirnos la mente, y aunque no es letal como un arma, nos mantiene tranquilos y nos hace distinguir las banalidades y los clichés de nuestro tiempo”.

Considerado uno de los principales escritores israelíes contemporáneos, Grossman ha sido un activista por la paz ante las fricciones en Medio Oriente; ha escrito cerca de 15 novelas y cinco libros de ensayo, incluido Gran Cabaret (Premio Man Booker Internacional), traducido a 50 idiomas.

El también autor de Duelo habla de su contacto con la literatura infantil. “Cuando Jonathan (su hijo mayor) cumplió cuatro años, comencé a escribir libros para niños y así entendí cómo actúa y evoluciona su lenguaje.

A menudo he pensado en la manera como un libro acompaña a ese niño, de entre tres y cinco años, durante la noche; en cómo su padre le leerá ese libro mientras está en su habitación, vulnerable y asustado con los ruidos y las sombras de la noche. Lo sabemos, es difícil explicarle a un niño el origen de los sueños, de las pesadillas y cómo ni siquiera sus padres pueden penetrar en ese sueño y salvarlos”, abunda.

Así que cuando escribe para niños, lo hace para esa hora del día en que ellos navegarán en compañía de sus padres. “Procuro que la atmósfera los envuelva, les dé seguridad a los niños y le hagan saber que todo estará bien, que su padre o madre los estará esperando al otro extremo del sueño”, dice.

Grossman asegura que siempre intenta persuadir a las personas de que lean a sus hijos durante la noche. “Es importante que el niño sepa que le estás leyendo un libro y que escuche la melodía de tu voz, los cambios de tono y, aunque es pequeño, entenderá sus diferentes atmósferas, algo entre realidad y fantasía que lo dejará hipnotizado”.

Otro punto importante en esta literatura es el humor, asegura. “Hay hogares en donde los padres no utilizan el humor con sus hijos por miedo a que los vean reír y pierdan autoridad, pero es maravilloso ver a los padres reír, cómo vuelven a ser niños y convergen en la misma burbuja de la historia; en ese momento se vuelven iguales y no hay superioridad entre padre e hijos”.

Por último, Grossman habla sobre una de las constantes en su literatura: el Holocausto, como se aprecia en La vida juega conmigo.

El Holocausto es algo que cambió profundamente las bases de la sociedad, ya que seis millones de judíos fueron asesinados, no por invadir un territorio o cometer alguna falta, sino por ser judíos. Me pregunto cómo es posible sobrevivir en esas circunstancias, en el aspecto físico, moral y del alma, cómo puedes sobrevivir en ese ambiente envenenado donde te han quitado todo, perder hasta el nombre y ser un número tatuado en el brazo, borrando la historia de tu amor, de tu familia, reduciéndote a carne y huesos deambulantes que deben ser exterminados”, concluye.