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Hoy es miercoles, 24 de abril de 2024

Gran tribuna

• El amor sagrado a la madre muerta. Es un cuento que hoy les comparto • Todo sucede cuando hay pérdida de valores en el seno familiar y en una sociedad tóxica • Conversaciones con el diablo


—No te mueras mamacita. No me dejes solo.—

No me escucho. Solo de despedida, entreabrió los ojos. Y me miro. Fue la última vez. Después se quedó quieta. Murió.

 

Se fue, después de prolongada y dolorosa agonía. Me acerco y con suavidad deslizo mi mano y le cerré sus ojos.

 

Difícil y mucho, ver el ocaso de una mujer grande. La muerte se cobró a la malagueña todas las confrontaciones pasadas. Varias veces intento llevársela pero Irasema Vivanco se resistía. Hoy al fin se le cerró el camino de la vida. Y se fue.

 

Me deja un vacío. La quise lo suficiente para perdonarle de un solo tajo, todos sus desaires y los desamores que me aplico con dureza toda la vida.

 

Me taladra recordar el grito continuo para ajusticiarme. “Ven acá, Román Salamanca” Y los golpes al por mayor. Con el tiempo me he preguntado ¿que duele más. Las agresiones físicas que recibí de ella o los desplantes grotescos de una madre a un hijo. ? Una respuesta que no tengo. Y aquí estoy en este cuarto elegante de un hospital de lujo dando el adiós a una mujer que me tatuó la vida, con lancetas de dolor. Y amargura.

 

A mis treinta años, por fin respiro paz y tranquilidad. Los odios a mi madre se fueron con ella, hace unos minutos al morirse. Aunque debo de aceptar que ya la había perdonado. La hice desde el momento que me llamo hace un mes.

 

“Hijo Román, soy tu madre. Quiero que vengas a México. Estoy enferma y quiero despedirme de ti. Ven” No me dio tiempo de responder. Colgó de inmediato. A su estilo y genio, ordenó. Diez años sin verla, sin oírla, de pronto escucho su voz.

 

Sin sentirla. Diez años sin madre. De pronto ella ahí.

 

Al principio pensé —lo juro- mandarla al diablo y no venir. Después ignorar la llamada. También me paso por la cabeza hablarle y reclamarle mil agravios en especial el que no haya ido a mi graduación como abogado. Y haberme echado de su casa. Y que en diez años no me haya buscado.

Todo eso pensé. Pero no. Me ganaron los recuerdos de Niño. Y pudo más el amor de un hijo a su progenitora, que mi soberbia y traumas añejadas. La perdone.

 

Recordé aquellos años cuando mi madre y mi padre Juan Salamanca me llevaban a cosechar mandarinas y naranjas a una pequeña huerta que habían levantado. Era felicidad plena, pero muy fugaz.

 

Cuando cumplí seis años mi madre se enamora de don Manuel Betancourt. Y sin ninguna misericordia lanza a mi padre a la calle. Lo despoja de la huerta. Lo deja a raíz, sin nada. Y le desata con furia tal persecución que lo obliga dejar Guanajuato e irse a los Estados Unidos. Allá radica e hizo otra familia.

 

·         Todo sucede cuando hay pérdida de valores en el seno familiar y en una sociedad tóxica

De los seis años en adelante fue un infierno mi vida. La boda de mi madre. Después procreó a dos hijos. A Manuel y Casandra. Y el odio que le brotó al pasado. Todo lo que se relacionará a mi padre- incluyéndome- era condenado.

 

Todas las preferencias a sus hijos. Los mejores estudios. Las mejores cosas. Y empecé entonces aborrecerla. E hice mi vida a modo de la circunstancia. Estudie y trabajaba. Y al final me titulé de abogado y después de ser echado de casa gané una beca para estudiar un doctorado en leyes en Franckfort donde radico.

 

Pero! Ya basta de recuerdos cursis. Ya mi madre no vive.

 

Y aquí estoy frente a ella. Me sale un suspiro y una lágrima se asoma y la liquido ipso facto. No lloraré por la mujer que hizo de su vida cosas grandes. Y que amo y odio demasiado.

 

Amo a varios hombres y mujeres sin límites ni prudencia. Odio la pobreza.

 

Logro la mejor empresa de cítricos del Bajío. Y construyó un emporio en el transporte de carga y de pasaje. Fue una mujer de éxito. Y por lo tanto no merece una lágrima de dolor.

 

El día que llegue a Guanajuato la busque en casa: La vi con desparpajo en lo que fue su principal atractivo: su hermoso cuerpo. Golpeada por el Cáncer se fue adelgazando. Esa imagen ya no correspondía a la escultural Irasema Vivanco. Y sentí ahí la presencia de la muerte.

 

— Dos cosas te voy a pedir Román. Y quiero que las cumplas. De no hacerlo moriré infeliz. Pon atención por favor. La primera perdóname. Y la segunda: busca a tu padre. Y llévale este sobre. Eso te pido.

 

Al mes murió. Y fui a despedirla.

 

Hoy domingo estoy con mi padre. Lo encontré en Texas. Y tomándonos una cerveza abrimos el sobre. Y leímos juntos una carta. Y al término nos abrazamos como en aquellos años que juntos comíamos las mandarinas más ricas del mundo. Al año, mi padre recuperó su huerta. Y yo mi vida.

 

·         Conversaciones con el diablo

Rectores y representantes de las instituciones de educación superior en México (IES), entre las cuales estuvo la Universidad Autónoma de Baja California Sur, sostuvieron una videoconferencia con el subsecretario de Educación Superior, Luciano Concheiro Bórquez, a fin de hacer un balance sobre la respuesta que han tenido ante la emergencia del COVID-19, así como establecer medidas de acción a futuro.

 

Según expuso el subsecretario, en el periodo actual de distanciamiento social las IES contribuyen a la suspensión temporal de actividades de 5.3 millones de personas, cifra que equivale a 4.2% de la población nacional. Destacó que ante la actual coyuntura que se vive, dichas instituciones han desarrollado sus acciones en tres vertientes principales, que son el apoyo a autoridades sanitarias y auxilio a la población; dar continuidad a sus actividades sustantivas a través de una amplia gama de herramientas tecnológicas; así como impulsar proyectos de vinculación con los sectores productivos...Y con esto nos despedimos no olviden hagan el bien y sean felices