• No adhesión al Insabi favorece la competencia
Tierra Blanca, Gto. La respuesta del presidente Andrés
Manuel López Obrador a la decisión de los gobernadores del PAN de no adherirse
al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) fue tajante: Es buena,
porque es como la democracia, significa competencia y ¡vamos a ver quién es
quién!
En el noreste de Guanajuato, la región pobre
del estado, la que siempre ha reclamado atención y no la ha recibido, se
celebró un encuentro entre el Presidente e indígenas otomíes y chichimecas
jonaz. Sobre un descampado semiárido donde se levantó una cubierta de hierro
sobre una cancha de basquetbol, cerca de 3 mil personas se aglutinaron
para mirar y escuchar al mandatario.
López Obrador llegó acompañado del gobernador
con bandera del PAN, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, quien junto con sus
correligionarios se manifestaron a últimas fechas como opositores al Insabi. El
sitio al que llegaron no es territorio afín al panista, y él, a sabiendas,
preparó su estructura para evitar el daño si la concurrencia lo fustigaba. Y
así fue.
Al anunciarse su participación como orador,
sintió el repudio de un sector mayoritario de los indígenas. Esa reacción se
explica por el grado de abandono en que viven. Pero también fue evidente que
entre la muchedumbre que se aglutinó había grupos organizados para entonar el
coro: “¡Sinhue, Sinhue, Sinhue… Diego, Diego, Diego!” El rechazo evidente al
gobernador fue mitigado por el Presidente, quien con la mano izquierda
solicitaba que se diluyeran los gritos y mentadas: “¡fuera, fuera…!”
En su turno, el Ejecutivo federal escuchó un
recibimiento mayoritario de aprecio, pero de aquellos grupos que antes
vitoreaban a Rodríguez Vallejo surgió un tenue reclamo, sobre todo cuando se
hizo referencia a la Cuarta Transformación. Hombres parapetados en los grupos
en pro del gobernador juntaban las palmas de las manos sobre la boca y soltaban
un ¡uuuuh!
Como si no ocurriera nada, el mandatario
estatal aplaudió en todo momento el discurso de López Obrador. Éste, con la
experiencia de décadas ante las más diversas audiencias, dio la vuelta a la
situación y terminó por convencer a quienes se habían presentado con la
consigna de reprocharle. Al final algunos de ellos aplaudían, se llevaban los
puños al pecho.
El Presidente entonces aclaró la situación:
“En lo que tiene que ver con la salud, miren ya se llegó a un acuerdo con los
gobiernos estatales. Aquí en el caso de Guanajuato se decidió que el gobierno
del estado mantenga los servicios de salud, que sea responsable de garantizar
que no falten los médicos, que no falten los medicamentos y que el servicio de
salud sea de calidad, que la atención médica y los medicamentos sean gratuitos,
porque eso ya está en la Constitución y ya está en las leyes.
“Y no hay ningún problema. Si no hubo una
adhesión del gobierno de Guanajuato para integrar el servicio de salud,
nosotros vamos a cumplir con el gobierno, porque se les van a transferir todos
los fondos que por derecho le corresponden. Y es hasta mejor así, que algunos
estados no hayan aceptado, que voluntariamente hayan dicho: ‘Nuestro sistema de
salud es eficiente y nosotros vamos a seguir manejando nuestro sector salud’.”
Minutos antes, Rodríguez Vallejo había
incurrido en una contradicción, dado su nerviosismo provocado por la repulsa en
su contra: Los programas federales son bienvenidos en Guanajuato. Nuestros
programas no compiten con los del gobierno de la República, se complementan,
repuso, y tras años de abandono a las comunidades indígenas se dio a la tarea
de hacer un anuncio: Construcción de un hospital para el noreste, un
hospital para Xichú, para el municipio de Xichú, un nuevo hospital, el gobierno
federal y gobierno del estado para sellar ese lazo, esa alianza, por la salud
de los mexicanos.