• Un fantasma, en tiempos extras, la entrega de dos rosas negras en un inolvidable funeral • Es un cuento qué hay quise compartir con ustedes • Conversaciones con el diablo
¿Por qué Ocho? Resolví bien,
todo el examen, maestro. Lo dije con huevos. Pero para el perro los coyotes, el
maestro Alberto Ruvalcaba Beltrán, me contestó con el mismo énfasis. Para
empezar chamaco cagengue en esta escuela no se le grita al maestro. Me asusto
la reacción del catedrático de redacción y estilo. Después explica. El diez que
me pides es de Dios. El nueve, es para mi. Y el ocho, es para alumnos soberbios
como tú. Para esos escuincles mal paridos que creen saberlo todo. Y ahora
quítate de mí vista me hirió el amor propio. Pero aguante vara. Decía mi abuelo
que “ Jueguito que tiene desquite, ni quien se fije.
Así conocí al maestro
Ruvalcaba. Después del incidente pase a Rectoría a pedir su currículum vitae.
Me lo dieron de inmediata. Lo leí con atención: Director- propietario del
diario El Sureño. Corresponsal en jefe de la Agencia Informex. Presidente del
Consejo de la Televisora Caracol del Bermejo. Y fundador de la Universidad
Transpeninsular. ! Tómala! Me dije. No sabía con quién me confronté hoy.
En lo académico también me
quedé estupefacto. Egresado en lenguas hispánicas, por la Universidad La
Sorbona de Paris. Doctor por la Universidad Continental de Suiza. Y unos
cincuenta grados académicos. Había diplomados de todos los temas. Una chucha
cuerera, ni más, ni menos.
Esta historia que escribo,
arranca en los ochenta en mi ciudad La Paz. La cenicienta y modosita. Un
remansó choyero. La perla sobreviviente de epopeyas de buzos, piratas y marinos
extraviados en una tierra de fantasía.
Me llamo Lucas Gilabert, hijo
único de Lucas Gilabert Paularena, español de origen. Pero con alma Hondureña.
Casado con Stefanía Rodriguez
también española. Trono el matrimonio y mi padre de la Ciudad de México me
trajo a La Paz, donde hice todos mis estudios incluyendo la Universidad.
En esta Universidad donde
afianzó vocaciones. Deseo ser periodista. Y creo que lo lograré. Lamento
enfrentamientos como el del maestro Alberto, pero así es mi carácter soy
chilango natural.
El curso siguió. Y el día
esperado llegó. Mi venganza, era un plato frío que fui comiendo con calma. El
doctor Alberto, el Dios, el sabio. El infalible, escribió mal una palabra:
Otorrinolaringólogo. No lo acentuó. E increpé: querido maestro creo que le
falta algo a esa palabra. No tarde en decirlo, que en reaccionar. Querido
alumno, quiero aclararle que aquí, yo puedo escribir como se me hinchen, los
huevos.
El resto de los alumnos se me
echan encima. Burlas. Uno de ellos me pega con una libreta. Aguantó. Y grito. Y
aclaró: no son sus huevos los que se hinchan, sino los de los integrantes de la
Real Academia de la lengua que en su sesión del 14 de agosto de 1843 decidieron
ese acento que no puso usted. El doctor quedó frío. Y levanta la mano. Y marca
el tilde.
Ya no prosiguió la clase. Tomo
su portafolio. Y se fue.
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Es un
cuento qué hay quise compartir con ustedes
Ya no hubo más choques. Ni más
discusiones. Todo en Santa paz.
Una tarde al salir de clases
vi una escena desagradable. Y cobarde. Urbano Ortigas, uno de los conserje de
la Universidad traía como perilla de box al maestro Beto. Golpes en la cabeza.
En el estómago. Una lucha desigual Urbano era un mastodonte. Y el maestro alto
también uno noventa, flacucho. Malo para golpear.
Entró al quite. Y aplacó la
agresión. Con la boca sangrando el doctor Beto se acerca a mí. Y expresa: te
debo una mozalbete. No había duda de que era non grato a mi maestro.
Mi padre perdió el trabajo.
Era el instalador de plantas sardineras en la Península. Y empezaron las
necesidades económicas. Ya no podía pagarme la colegiatura. Era cara.
Y la decisión cruel: salirme
de estudiar.
No había otro camino. Y había
que apechugar el trago amargo. Y al mal paso darle prisa. Con la cabeza baja
llegue a despedirme del maestro Beto, su odio por mí, le causaría júbilo. Me
anuncié con Perla su secretaria. Me recibió de inmediato ¿qué mosca te pico?
Ninguna maestro. Vengo a despedirme y darme de baja. Ya no puedo pagar la
colegiatura. ¿ Ese gachupin, corrió a tu padre? Me cae como balde fría el
comentario. ¿Cómo lo sabe? No ofendas mi inteligencia. Tú me investigaste. ¿Te
dije algo? - No, le respondo. Aprecie al maestro, relajado. Con otra mirada.
Más agradable. Y suelta la primera sorpresa: quédate. Te doy una beca al cien
por ciento. Y la segunda que nunca espere. “Tengo una plaza en el periódico. Te
doy buen sueldo, prestaciones. Y puedes acudir a clases cuando salgas. No
pensé. Acepto.
De ahí hacia adelante. Más de
cinco años juntos. El maestro era pluma pesada. Su columna- la primera del
Diario “Puntos de visión” Era la más leída. Masacraba a políticos y
empresarios. Sus letras eran leyes.
Cuando me lo encontraba
ocasionalmente, le felicitaba por su Columna. Hacia un ritual que me agradaba.
Extendía su mano. Me saludaba. Se quitaba sus grandes lentes negros. Y
expresaba “ Tengo la mano pesada verdad?
Esa mano pesada para escribir
le trajo represalias. Un gobernador le persiguió y perdió la Universidad. Y la
televisora. Su riqueza vino abajo. Pero nunca claudicó.
En los noventa peleó con
fiereza contra un Secretario del despacho de gobierno. Esa mano pesada lo llevo
a denunciar al servidor público que pretendía robarse terrenos del malecón. No
pudo. La prensa ganó.
Los finales de esta historia
llegaron con su asesinato. La mañana del 19 de noviembre apareció tasajeado de
manera vil y cobarde. Llore a más no poder. Le dimos cristiana sepultura en el
panteón de los Sanjuanes. Su última voluntad era ser enterrado cerca de
Fernando Jordán, su amigo en las juventudes. Y que se le cantara La Paz, puerto
de ilusión. Se le cumplió.
Las investigaciones involucran
al conserje Urbano Ortigas. La causa: el maestro era amante de su esposa. Era
Perla. Otras voces acusaban directo al gobernador. No se supo quién fue.
Pasó el tiempo. A los tres
años de su muerte, yo estaba en las cruces de México y Bravo. Esperando un
taxi.De pronto lo vi. Esa figura inolvidable. Ahí estaba. Su suéter inglés. Y
sus grandes lentes negros. Me ve con cariño. Me emociona. Y rápido, rápido me
dice. Págame el favor: lleva este paquete a esta dirección mañana a las nueve
Antes de alejarse Expresó.
Claro, tengo la mano pesada.
Llegó al otro día con mi
encargo a las nueve de la mañana. Abro el paquete y me sorprende. Son dos rosas
negras. Están entrelazadas con un listón blanco y la leyenda: asesino. Te
perdono.
Ese lugar era la Funeraria del
Carmen. Era el responso del gobernador.
¿Lo soñé? Fue real. No sé.
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Conversaciones
con el diablo
Al hacer entrega de cuatro
acciones de recámaras incluyentes a personas que viven con alguna discapacidad
en el municipio de Loreto, el gobernador Carlos Mendoza Davis reiteró su
compromiso de asistir a quienes más necesitan de la solidaridad de las
instituciones de gobierno para mejorar su condición de vida, como este programa
que lleva a cabo su administración y que ha beneficiado a más de 60 personas en
los municipios de Los Cabos, La Paz, Comondú, Loreto y próximamente Mulegé.
Mendoza Davis, quien estuvo
acompañado por la alcaldesa Arely Arce Peralta, recordó que es Baja California
Sur es el único Estado en el país en llevar a cabo este tipo de programa cuyo
propósito es apoyar a quienes enfrentan la vida en una condición más
complicada. Muy bien..
Y Amar, La vida ofrece retos.
Uno de ellos es hacer las cosas con amor. Escribir así. Enseñar así. Diálogo
interesante, intenso. El día de ayer en la Normal Superior. Los futuros
maestros receptivos. Agradezco la atención, la invitación. Y a mi amiga Alheida
Abril. De la Uabcs. Muy bien.....Y con esto nos despedimos no olviden hagan el
bien y sean felices