• “Aquel que no conoce la historia, está condenado a repetirla”.

               Napoleón Bonaparte

Pudo haber sido un buen padre, el mejor profesionista, excelente amigo, el “alma de la fiesta”, un gran científico, matemático o quizás artista. Además de un buen hijo, respetuoso de sus padres, cuidadoso de sus hermanos. Un buen nadador, pescador, militar o arquitecto. Defensor de los derechos humanos y su pueblo. Lo que hubiera deseado ser, lo habría logrado. Pero como otros inocentes, su vida le fue arrebatada, por estar en el lugar que no debía, por desconocer todo lo que ocurría a su alrededor, por mirar a la vida con sus ojos llenos de inocencia y no tener idea de toda la “locura” emprendida en Los Cabos que ha hecho a este destino “Premier” portar olor a muerte.

Manecitas que han sido desprendidas de la guía materna y paterna; sonrisas que no se podrán volver a ver, carcajadas que solamente quedarán como eco en los pasillos y patios de sus casas.

Meros recuerdos…desgarradores recuerdos que por más bellos no podrán dar paz a quienes quedan con tremendo dolor y cicatriz a la espera de sanar.

Zapatitos, vestidos, pantalones que ya no portarán, son los que ahora guardan alguna anécdota. Corazones lacerados en espera de ver una vez más, esos rostros amados, que fueron recibidos en brazos, desde que salieron del vientre materno. Se convirtieron en cuerpos inertes que fueron destrozados, pues sus pesos y medidas no podían resistir ser “blanco” de una sola bala. 

Sangre derramada de inocentes, menores de edad, niñas niños, padres de familia, hermanos; algunos tomados por “ajustar cuenta” con el familiar involucrado en negocios turbios, pero los más, por no lograron esquivar las balas de alto poder que vaciaban a diestra y siniestra.

La sociedad presurosa para juzgar, porque las víctimas nunca son llamadas “inocentes”, siempre hay algún motivo que enloda su partida e inhibe a sus familiares llorarlos como se debe. 

Autoridades indolentes, a quienes les da igual quién caiga, al final solo las transforman en cifras que abultan las estadísticas y posicionan a Baja California Sur en niveles nunca deseados ni mucho menos esperados. Tan indolentes que pese a la nueva ola de violencia en Los Cabos (recordemos cómo anunciaron que había bajado la incidencia solo porque en Semana Santa frenaron las balaceras) la mayoría del Cabildo prefirió salir de viaje rumbo a la entrega de las banderas azules que certifican a las playas de la zona, esas playas que esos niños no volverán a pisar jamás. 

Un gasto excesivo cuando se carece en las Colonias de alumbrado que al menos inhiba la presencia de mal vivientes, o quizás se redoblen las estrategias en materia de prevención. Suena a burla en medio de tanto dolor y correr de sangre. Suena a “valemadrismo” de las y los representantes populares.

Pero el premio se lo lleva la diputada por el Distrito XVI quien tuvo la desfachatez de afirmar que esta situación no inhibe al turismo, como si este grupo fuera a quien representa. Ojalá la Diputada Inconsciente se de una vuelta por las Colonias o las casas de las familias de afectados para escuchar de viva voz el terror que es quedar en medio de una balacera; peor aún, el dolor desgarrador de perder a un hijo que tenía todo para hacer en su futuro.

Y no se quedó atrás el ejecutivo estatal (en minúsculas, no merece más), quien no solo sigue manteniendo preso a John Moreno, sino que se ha atrevido a declarar que la violencia se combate con inteligencia, pero no la de él, porque si lo aplicado proviene de sus neuronas, se entiende el fracaso, porque solo sabe de iniciativas que atentan contra la sociedad Sudcaliforniana. El colmo de la desvergüenza fue que se dio el lujo que terminó pareciendo sorna, de celebrar la libertad de expresión. Pero a los dos días en un evento de Protección Civil en donde el rol de los medios de comunicación es básico, con base en el protocolo establecido por el propio Sistema de Alerta Temprana, se les negó el paso.

Un minuto de silencio por tantos inocentes no declarados como tal por el disque Procurador, a quien le resulta más fácil incluirlos a todas y todos en un solo costal, en donde finalmente se les considere criminales, así sean de 3, 4, 5, 6 o 10 años. Un minuto de silencio por esas almas que fueron arrebatadas en medio de su inocencia; respeto para las familias que viven su duelo y les arrebataron a sus pequeños. Silencio por las sonrisas que no se volverán a ver, y porque nunca más podrán volver a escuchar de su boca un “papá, mamá, te amo”.

REFUEGO

Un despido injustificado más, Alejandro Marrón, quien fuera coordinador de Servicios Públicos de la zona rural de Cabo San Lucas, fue también uno de los afectados a quien le quitaron su base y en un intento de humillar (aunque hay almas que saben que cualquier trabajo es honorable) lo pasaron a barrer calles en la madrugada. Pero ante la injusticia ha recurrido a la defensa, por lo que esperará el resultado de lo que se dicte. 

Fuertes sus declaraciones en torno a la decepción que le ha generado el actual gobierno municipal, y sobre todo por la forma en que fue removido sin que hubiera un argumento válido de por medio…

Mientras tanto, incrementa el número de “seguidores” del Diputado Ibarra, quien por cierto está aglomerando a todos los inconformes, hasta a los que aún siendo funcionarios le han ido a llorar como “Magdalenas” por considerarse víctimas de las decisiones del “primero de los iguales”…por cierto ya son varios funcionarios que agazapados esperarán los tiempos para abiertamente profesarse como parte del equipo del hoy diputado federal…