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Hoy es sábado, 4 de mayo de 2024

Las mamás también rockean

Dave Grohl sabe que su madre Virginia fue la primera impulsora para que él se decidiera a ser músico

 Las mamás también rockean

CIUDAD DE MÉXICO.

Nombres como Dave Grohl (Foo Fighters), Pharrell Wi­lliams, Miranda Lambert, Michael Stipe (R.E.M.), Amy Winehouse, Tom More­llo (Rage Agains The Ma­chine), Michael Diamond (Beastie Boys), Gary Lee Clark Jr., Adam Levine (Ma­roon 5), Dave Matthews (Dave Matthew’s Band), Dr. Dre y Kelly Clarkson, entre muchos otros, son reconocidos alre­dedor del mundo por la marca que han dejado en el mundo de la música.

Todos comparten ser pro­fesionales exitosos dentro de la industria y tienen en co­mún haber tenido una mujer detrás que creyó en su ca­pacidad para alcanzar sus sueños: su mamá. Así lo dejó asentado Virginia Grohl, ma­dre de Dave Grohl —vocalis­ta de Foo Fighters y baterista de Nirvana— en su libro From Cradel To Stage: Stories from the Mothers Who Rocked and Raised Rock Stars.

“Si no fuera por mi madre, yo no estaría aquí, en serio. Siempre he tenido una muy buena relación con ella, es la mamá más cool que he cono­cido... desde el día uno. Hace tres años me dijo que que­ría escribir un libro y pensé: ‘¡finalmente!’ porque ella fue maestra de escuela durante 35 años y enseñó a un mon­tón de personas a escribir y a expresarse.

“Me contó el concepto de lo que quería hacer que era describir la relación entre ma­dres y artistas y profundizar en las circunstancias de contexto y creativas que de alguna for­ma influyeron en cada uno de esos artistas y me pareció muy interesante porque todo lo que he hecho ha sido gracias a las lecciones que me enseñó mi mamá cuando era un niño, la responsabilidad, la ética del trabajo... todas esas cosas y pues eso comenzó con ella”, dijo Dave durante su partici­pación, a lado de su madre, en el Festival de Libros de Los Ángeles.

Así, durante tres años, Vir­ginia, con la curiosidad que le despertaba el saber cómo las madres de otros artistas sentían, reflexionaban, asu­mían y se acostumbraban al éxito de sus hijos, se dio a la tarea de rastrear, viajar —a donde fuera que estuvie­ran— y entrevistar a 17 muje­res como Verna Griffin, mamá de Dr. Dre; Carolyn Williams, mamá de Pharrell Williams; Janis Winehouse, madre de Amy, y Marianne Stipe, ma­dre de Michael Stipe, entre otras, que han sido el pilar más fuerte en la vida personal y profesional de sus hijos, para comparar sus experiencias y plasmarlas en este libro.

“Me parece que la música es algo natural en todos us­tedes. Es en algo que coinci­dí con todas las mamás con las que hablé, algo misterio­so sucedió con cada uno de nuestros hijos que la música simplemente emergió en di­ferentes momentos.

“Para muchas al principio fue difícil porque la escue­la tenía que ser la prioridad, era algo tradicional en las familias, y varios de ellos fue­ron excelentes estudiantes por las exigencias de sus pa­dres, pero fue entre los 12 y los 13 años —que es una edad mágica— que ellos eligieron que su sueño sería la música y nosotras tuvimos que elegir entre subirnos al tren con ellos y apoyarlos o resistirnos por un tiempo y que al final ter­minarían yendo tras su sue­ño”, señaló Virginia durante el mismo evento.

Si bien el apellido Grohl es uno de los más conocidos en la música por el trabajo que Dave hace con Foo Fighters, fue al lado de Kurt Cobain y Kris Novoselic, en Nirvana, lo que lo catapultó a los reflecto­res mundiales, y para Virginia ése fue uno de los periodos más sorprendentes y duros de la carrera de su hijo.

En From Cradle To Sta­ge Virginia no pudo dejar de lado esos cuatro años en los que Nirvana revolucionó la música y de una forma muy respetuosa plasmó su expe­riencia al lado de la banda y de Wendy Cobain O’Connor, mamá de Kurt.

“Cuando decidí ir en mi viaje de encuentro con 'las mamás', Wendy se encontraba en el tope de la lista. Ella fue la primera mamá rockera que conocí. Nos mantuvimos en contacto por varios años, en los que hubo brechas, tiem­pos dolorosos en los que no hubo comunicación... cuando la tragedia nos llevó por cami­nos diferentes.

“En el más reciente aniver­sario luctuoso de Kurt la lla­mé y estuvimos hablando por un largo rato en el que decidí no hacerle el mismo tipo de entrevista que al resto de las mamás ya que ella quería que compartiera en el libro las co­sas que yo recordaba de Kurt, recuerdos que la consolaran y le recordaran la timidez y dul­zura natural de su hijo”, des­cribe Virginia en un fragmento del libro.

Virginia Grohl, tras años de ver a David —como ella lo llama— obsesionado con la música y la batería, cuan­do su hijo tuvo 17 años sostu­vieron la inevitable plática en la que Dave decidió no entrar a la preparatoria y, en vez de eso, sumarse a la banda de punk Scream con la que se iría un año de gira por Europa. A su regreso se convertiría en el baterista de Nirvana.

“Conocía a los chicos, era una banda importan­te en Washington, DC. No sólo cantaban gritando, tam­bién estaban políticamen­te motivados y había un movimiento de bandas de este estilo en ese momento, así que no sólo era algo por diversión.

“Los chicos de Scream eran ocho o nueve años ma­yores que David, él era el más joven y confiaba en él. De pronto un día supe que se iban a Europa y pensé que eso era una mejor educación que estar sentado en el sa­lón viendo hacia la ventana cuando podría estar en París o Ámsterdam y sonó bien para mí. Mucha gente pensó que estaba mal, pero para mí era lo correcto”, recordó Virginia en el encuentro literario de Los Ángeles.

Grata experiencia

Dave Grohl recuerda que una de las anéc­dotas que vivió con su mamá cuando forma­ba parte de Scream fue que, acostumbrados a ir todos los domingos a escuchar jazz al One Step Down en Wa-shington, donde los músicos podían subir a improvisar con la ban­da local, un día Dave y Virginia asistieron por el cumpleaños de ella y fue cuando le pi­dió a su hijo que subie­ra al escenario a tocar la batería.

Dave, vestido con pan­talones de mezcli­lla rotos y con peinado Mohawk, se anotó en la lista para subir –lo cual lo hizo rezar para que no vocearan su nom­bre-, sin embargo lo presentaron y el joven músico se apoderó del instrumento, comple­tamente apenado, solo por complacer a su ma­dre. “Una de las mejo­res cosas que pueden hacer los padres es ex­poner a sus hijos a todo tipo de música. Mi mamá nunca me dijo que no escuchara o de­jara de escuchar algo”.