• La estimulación temprana comprende un conjunto de estrategias y acciones dirigidas a potenciar, fortalecer y desarrollar todas las áreas del desarrollo infantil, en una etapa crítica donde el cerebro posee una amplia capacidad de aprendizaje, adaptación y construcción de conexiones neuronales.
La Paz, Baja California Sur. -
Beatriz Alejandra de la Peña Luevano, estudiante de la Licenciatura
Interinstitucional en Educación Inicial y Gestión de Instituciones de la
Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), presentó un trabajo
académico donde destaca la relevancia de la estimulación temprana como base
fundamental para el aprendizaje y el crecimiento integral de niñas y niños de 0
a 3 años.
De acuerdo con la
universitaria, la estimulación temprana comprende un conjunto de estrategias y
acciones dirigidas a potenciar, fortalecer y desarrollar todas las áreas del
desarrollo infantil, en una etapa crítica donde el cerebro posee una amplia
capacidad de aprendizaje, adaptación y construcción de conexiones neuronales.
Por ello, es considerada un eje esencial dentro de la educación inicial.
Durante los primeros meses y
años de vida, explica que los niños comienzan a reconocer su entorno, expresar
emociones, interactuar socialmente, adquirir habilidades motrices finas y
gruesas, así como desarrollar capacidades cognitivas y de lenguaje. La estimulación
temprana favorece estos procesos mediante actividades que fortalecen sentidos,
coordinación, memoria, atención, comunicación y socialización.
Asimismo, un entorno
enriquecido con estímulos adecuados a la edad y a los hitos del desarrollo, no
sólo despierta la curiosidad infantil, sino que promueve confianza, autonomía,
seguridad y autoestima. “Estas bases sólidas serán determinantes para un aprendizaje
más estable y significativo durante la etapa escolar”, subrayó la estudiante.
En su análisis, Beatriz
Alejandra destaca que esta práctica contribuye a mejorar la expresión de ideas,
emociones y necesidades; desarrollar y regular emociones; fomentar curiosidad,
empatía y socialización.
De igual forma, permite
detectar oportunamente retrasos en el desarrollo; fortalecer vínculos afectivos
con padres y cuidadores; facilitar la adaptación a nuevos entornos y
aprendizajes; impulsar hábitos saludables como rutinas de sueño, alimentación y
autocuidado; favorecer la plasticidad cerebral y conexiones neuronales sólidas;
así como establecer rutinas que brindan seguridad y estabilidad.
La estudiante de la UABCS
enfatiza que el desarrollo infantil es un proceso compartido, donde la
participación de la familia resulta indispensable. Al estar presentes desde el
nacimiento, los cuidadores observan avances, detectan necesidades, crean hábitos
y establecen un vínculo afectivo que sustenta la comunicación y el
acompañamiento cotidiano.
Por su parte, los educadores
diseñan experiencias de aprendizaje, identifican fortalezas y áreas a reforzar,
impulsan la socialización y el reconocimiento de emociones, y promueven la
inclusión mediante actividades ajustadas a las particularidades de cada niño o
niña.
Finalmente, de la Peña Luevano
subraya que la estimulación temprana no trata de que los niños aprendan de
manera precoz, sino de garantizar un desarrollo integral sustentado en el
vínculo afectivo, la escucha activa, la paciencia y el acompañamiento constante.
“Celebrar cada logro, por
pequeño que sea, es parte fundamental para que las y los pequeños se sientan
motivados a seguir explorando y aprendiendo, construyendo así bases sólidas
para su futuro”, puntualizó.