• Desde 2011 hasta agosto de 2025, 308 buzos con la enfermedad de descompresión acudieron a la cámara hiperbárica de la Unidad Básica de Rehabilitación de Bahía de Kino, que ha brindado 546 sesiones a buzos. Sin embargo, no todos acuden a recibir atención, por lo que el número de accidentes puede ser mucho más alto.
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La Paz, Baja
California Sur.- En el 2013 descubrieron un gran número de callos lisos en los
alrededores de la Isla de San Pedro Mártir, frente a Bahía de Kino, Sonora, en
el noroeste de México. Héctor Hernández, que en aquel tiempo tenía 53 años,
emprendió el viaje y buceó por lapsos de 15 minutos a una profundidad de 40
metros. Al salir sintió un hormigueo que recorría sus piernas y pérdida de
fuerza.
La falta de
personal médico especializado para atender este tipo de incidentes y de
disponibilidad de la cámara hiperbárica cuando lo necesitaba, lo incapacitaron
por el resto de su vida.
Ese día
experimentó una descompresión, una condición que ocurre cuando los buceadores
ascienden demasiado rápido a la superficie, causando que el nitrógeno disuelto
en la sangre y los tejidos formen burbujas, de acuerdo con el decálogo
de buenas prácticas en el buceo hecho por la organización Comunidad
y Biodiversidad (COBI).
Desde 2011 hasta
agosto de 2025, 308 buzos con la enfermedad de descompresión acudieron a la
cámara hiperbárica de la Unidad Básica de Rehabilitación de Bahía de Kino, que
ha brindado 546 sesiones a buzos. Sin embargo, no todos acuden a recibir
atención, por lo que el número de accidentes puede ser mucho más alto.
Un estudio
realizado por COBI en el que entrevistaron a 113 personas dedicadas a la pesca
por buceo en 2023, el 50% había padecido la enfermedad por descompresión y el
19% dijo haberla sufrido más de una vez.
En Bahía de Kino
todas las personas tienen un familiar o un conocido que ha fallecido por la
enfermedad de descompresión. Un artículo
de la Universidad de Sonora, indicó que entre 2011 y 2012 se registraron 15
muertes en pesca por buceo de un universo de 150 buzos en la región norte de
Sonora.
Una batalla
contra el tiempo
El día del
accidente Hernández llegó al puerto a la 1 y media de la tarde, la debilidad en
sus piernas era tanta que no pudo bajarse por su cuenta y lo cargaron hasta su
casa. Esperó a que el calambre y el frío en sus piernas se quitaran como en
otras ocasiones, sin embargo, el malestar no cedió.
Acudió a la
Unidad Básica de Rehabilitación, pero era domingo y no estaba abierta. Había un
número en la puerta para comunicarse en caso de emergencia. Nunca le
respondieron.
En ese momento
Hernández trabajaba para una pescadería, pero no estaba asegurado ante el
Instituto Mexicano del Seguro Social, por lo que acudió al Centro de Salud de
la comunidad, a cargo de la Secretaría de Salud del estado de Sonora.
De acuerdo con
COBI, el 75% de las personas que pescan por buceo carecen de acceso a seguridad
social o seguros de vida, lo que aumenta la vulnerabilidad de las personas que
dependen de este tipo de pesca.
El médico que lo
atendió no estaba especializado en accidentes de pesca por buceo, y de acuerdo
con Hernández, no valoró correctamente su caso.
“Yo le decía al
doctor que ocupaba entrar a la cámara de descompresión, pero el médico se
aferró a que traía un problema en la cabeza y no me dejó salir”, señaló
Hernández.
El médico ordenó
su traslado a Hermosillo, cuando llegó allá había pasado cinco horas del
accidente y aún podía mover sus piernas. En Hermosillo le pusieron suero y
cinco horas más tarde, lo enviaron de nuevo a Bahía de Kino.
“Cuando entramos
al agua, con la presión, el nitrógeno que hay en el cuerpo se acomoda en los
tejidos, principalmente, en los músculos, porque hay más sangre. Si se satura,
esas burbujas se van a hacer como coágulos, y si van a lugares donde los vasos
sanguíneos son chiquitos, hacen obstrucción provocando coagulación,
inflamación, etcétera”, explicó el médico Jorge Grijalba, especialista en
medicina hiperbárica y subacuática.
El tiempo que
transcurre entre la descompresión y el ingreso a la cámara hiperbárica es muy
importante ya que, de acuerdo con Grijalba, de esto depende el daño que va a
causar la obstrucción. Algunas de las secuelas pueden ocurrir a nivel medular,
cerebral, o provocar necrosis e infartos.
A través de la
presión que ejerce la cámara hiperbárica, se reducen las burbujas y se oxigena
para evitar que haya más daño.
“Cuando le
metemos presión a las burbujas formadas por el gas nitrógeno, se hacen
chiquitas, las reducimos. Son las leyes de la física de los gases: a mayor
presión, menor volumen. Esa obstrucción que tenía el buzo en una zona y que
estaba provocando falta de oxígeno y necrosando, al reducir las burbujas en un
80%, va a dejar de obstruir, va a llegar oxígeno y se recupera todo”, señaló
Grijalba.
Sin embargo, en
el caso de Hernández habían pasado más de 15 horas cuando estaba de vuelta en
Bahía de Kino donde tomó algunas sesiones en la cámara hiperbárica, pero ya no
tenía fuerza en sus piernas.
Con el tiempo y
con mucho esfuerzo, empezó a caminar en una andadera, después con unas muletas
y finalmente con un bastón. En cada paso se pisaba los pies debido a la
debilidad y eso le causó varias caídas, e inclusive una fractura de cadera que
lo ha obligado a usar silla de ruedas.
“De la cadera
para abajo, tengo un hormigueo y las piernas entumecidas todo el tiempo. Muevo
los pies y todo lo que quieras, pero no tengo fuerza”, señaló Hernández.
Al accidentarse,
perdió su principal ingreso económico, que era la pesca, por lo que invirtió en
estructuras de metal para rentar sombras en la orilla del mar, con eso y una
pensión ha logrado mantenerse económicamente. Vive solo y depende en gran
medida de los cuidados y atenciones de sus familiares y amistades.
“Te cambia el
mundo y la vida, porque después de ser lo que era y de hacer lo que me gustaba,
ya no puedo hacer nada. No es fácil pero estoy tranquilo, porque aquí estamos y
podemos platicar la historia para que, el que está escuchando, pare la oreja:
así como el mar da, también quita”, señaló Hernández.
Esta historia se
repite entre los buzos de la comunidad de Bahía de Kino, como la de Francisco
García, que se accidentó en 2009. Él acudió a una cámara hiperbárica particular
en Hermosillo donde no le aplicaron el tratamiento correcto, así que tuvo que trasladarse
a Ciudad Obregón para acudir a otra cámara, pero en el transcurso ya habían
pasado dos semanas.
“En la cámara de
Obregón me dijeron que se había hecho todo lo que se podía. El daño ya estaba
hecho”, señaló García.
Actualmente,
enfrenta debilidad en sus piernas, pero debido a que tomó algunas terapias de
rehabilitación, conserva un poco de movilidad en ellas y camina con el apoyo de
muletas.
Sin capacidad
para atender casos críticos
El día de la
entrevista, Grijalba estaba esperando a un paciente de 16 años con dos meses de
experiencia buceando que había tenido una descompresión de tipo dos, que se
caracteriza por síntomas neurológicos o cardiorrespiratorios que pueden ser
mortales.
Afecta al
sistema nervioso central, la médula espinal, el corazón y los pulmones. Este
joven tenía un problema neurológico y vestibular, es decir en el oído, que le
provocaba mucha inestabilidad al levantarse.
Estos casos son
enviados al Hospital General de Hermosillo, que se encuentra a 100 kilómetros
de distancia, donde hay personal y equipo para hacerle los estudios médicos que
necesitan, y una vez estables, los den de alta para ser trasladados a Bahía de
Kino e ingresar a la cámara hiperbárica.
El protocolo
funciona así porque en el Centro de Salud de la comunidad, ahora
IMSS-Bienestar, no hay personal e infraestructura para atender a pacientes que
necesiten atención crítica.
“Es un centro
chico. Nos falta mucho aquí. Una vez tuve una plática con el Secretario de
Salud y le dije, ‘necesitamos un centro estabilizador, no que tenga quirófano
ni nada, pero que estabilice y un urgenciólogo’”, señaló Grijalba.
Esto fue
confirmado por Francisco Sosa, médico adscrito al IMSS-Bienestar en la
comunidad, quien reconoció la necesidad de que haya un especialista para
atender este tipo de emergencias, ya que actualmente todos los médicos tienen
formación general.
También señaló
que no tienen una ambulancia propia para trasladar a los pacientes, sino que
les prestan una del Centro Regulador de Urgencias Médicas (CRUM) del Estado de
Sonora, una dependencia perteneciente a la Secretaría de Salud Estatal, y a
veces también batallan para conseguir operador de la ambulancia y piden apoyo a
la Cruz Roja.
Cada vez que
reciben una persona por un accidente de cualquier tipo, se llena una hoja de
registro, sin embargo, no cuentan con el dato desagregado de cuántos buzos han
acudido a recibir atención por descompresión.
Una vez estable,
se envía al buzo a la cámara hiperbárica de Bahía de Kino. Esta cámara en la
Unidad Básica de Rehabilitación, creada en el 2011 a petición de la comunidad,
está a cargo del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (Sedif) de
Sonora.
Cuando un buzo
se descompresiona, se le realiza un estudio socioeconómico y se le cobra
conforme a sus posibilidades. Sin embargo, en la unidad no hay capacidad para
atender a pacientes que necesiten atención crítica tampoco, de acuerdo con
Grijalba.
“No contamos con
un equipo para entubar o un respirador que soporte las presiones dentro de la
cámara. No es para cuidados críticos ni intensivos. Por eso el paciente debe
estar estable. Pero sí necesitamos equipo para cuidados críticos”, señaló
Grijalba.
Además, la
Unidad no tiene suficiente personal capacitado para atender más casos, ya que
solo son un médico y un operador que atienden de lunes a viernes de ocho de la
mañana a las tres de la tarde y, dependiendo de sus posibilidades, atienden
emergencias.
“Ocupan tener a
alguien especializado en enfermedades del buceo porque aquí nadie sabe. Yo
pienso que también le falta personal porque debería de haber siempre alguien
especializado, para que en cualquier hora que pase un accidente llegue
directamente a la cámara y ahí le puedan dar toda la atención”, señaló Ramón
Ballardo, buzo en Bahía de Kino.
Hacia una mejor
atención
La incidencia de
estos accidentes, de acuerdo con COBI, vulnera el derecho a la integridad
física y mental de las buzas y buzos, además de generar pérdida de ingresos
para las familias, agravando así el estado de vulnerabilidad y pobreza en las
comunidades.
Por eso
recomienda establecer servicios de atención médica especializadas para buzos y
buzas en las comunidades pesqueras y generar protocolos de emergencia claros
para atender este tipo de accidentes, ya que de no hacerse, se amenaza la
sostenibilidad de la actividad pesquera y se perpetúa la desigualdad.
Los buzos
entrevistados para este reportaje coinciden en que se requiere fortalecer la
atención de accidentes durante el buceo como la descompresión, ya que Bahía de
Kino es una comunidad muy reconocida a nivel nacional por la gran cantidad de
buzos que la integran.
De acuerdo con
Ballardo, quien forma parte de una nueva generación de buzos, esta comunidad
está en expansión, lo cual aumenta la probabilidad de accidentes. Mientras
quienes vivieron un accidente como Hernández y García, abogan porque se
subsanen los errores que los dejaron con secuelas y así evitar que se siga
repitiendo su historia.
*Este artículo se publicó originalmente en Causa Natura Media.