La Paz, Baja California Sur. Faltó dar un breve recorrido por las calles de la capital del estado para ver que el nuevo nivel de alerta decretado por el Gobierno del Estado desde el viernes pasado aún no aplica para todos.

Entre las restricciones que entraron en vigor destacan la operación de negocios de lavado de autos y de muebles, salones de belleza, mueblerías, venta de electrodomésticos y similares, comercios de artículos de perfumería, cosméticos, juguetes, juegos de video, así como reparación de calzado, accesorios de celular, gimnasios y centros deportivos del sector público, florerías, tiendas de regalos, mercerías y boneterías, imprentas, fabricación y venta de textiles, sastrerías, talleres de costura, electrónica y enseres domésticos comerciales al por menor, aparatos deportivos, sombreros, librerías, café-Internet, venta billetes de lotería y pronósticos deportivos, lencería y estudios fotográficos.

Sin embargo, muchos de estos establecimientos siguen abriendo con las restricciones habituales. En un recorrido vehicular se pudo identificar una peluquería para caballeros en la calle Jalisco, un taller de tapicería en la misma calle, una zapatería en la avenida Colosio y una “sex shop” sobre Agustín Olachea.

“Es una incongruencia total, nosotros no hemos podido trabajar durante 11 meses” dijo el dueño de un espacio que arrenda para realizar eventos. “Qué mal que algunos negocios puedan laborar y otros no. Miles de empresarios y negocios familiares se están yendo a la bancarrota. Si muchos no se mueren de Covid, se van a morir de hambre más rápido”, expresó a Diario El Independiente.

Todos los establecimientos muestran tapete y gel sanitizante en sus entradas, obligan a entrar con cubre boca y aplican “todas las medidas”, pero de acuerdo con la disposición, los dueños de estos establecimientos deberían estar en sus casas u ofreciendo su servicio sólo “para llevar”.

“Pues sé que hay más peligro, pero cómo le hago”, dijo un taquero en la avenida Colosio, a quien se le preguntó si las autoridades le habían indicado si puede seguir ofreciendo sus deliciosos tacos de suadero y cabeza en a pie de calle. “No han venido, pero van a venir y ya veremos”, no puedo dejar de vender mi comida, dijo temeroso, al ver que tenía más de cuatro clientes al mismo tiempo.

“Yo tengo un conjunto musical”, dijo un señor que vende café en un tendejón en la banqueta de la calle Jalisco, “no tengo tocada desde febrero, no sé cómo le voy a hacer, no alcanzo ni a pagar la renta”.

Una comerciante de un tianguis se acercó a este medio para indicar “también a nosotros, de nuevo, no nos quieren dejar vender en el mercado”.

La zozobra económica afecta a miles este enero, sin embargo, las pérdidas económicas de la pandemia son incuantificables. Intentamos comunicarnos con el director de la Cámara Nacional de Comercio en La Paz, pero hasta el momento no ha respondido nuestra solicitud.