• Se conmemora el bicentenario del natalicio del investigador, cuyo fondo compila 100 mil documentos

CIUDAD DE MÉXICO. El testimonio de un fraile que representó a Baja California como una isla, el mapa del Imperio mexicano que dibujó Manuel Orozco y Berra para Maximiliano de Habsburgo, que más tarde lo llevaría a prisión; las numerosas fotografías captadas por Désiré Charnay, un mapa que ubica las míticas ciudades de Cíbola y Quibira en el norte de México, así como el atlas que Porfirio Díaz mandó hacer para aclarar los límites geográficos entre México y Guatemala. Éstos son sólo algunos de los documentos que resguarda la Mapoteca Manuel Orozco y Berra de la Ciudad de México, donde el próximo 8 de junio se montará una breve exposición con algunos de estos tesoros con alto valor histórico que dan cuenta de la memoria nacional de los siglos XVII, XVIII y XIX, para celebrar el bicentenario del nacimiento del historiador Orozco y Berra (1816-1881). El archivo, que cuenta con 100 mil documentos entre mapas, fotografías y documentos históricos, contiene al menos 200 piezas únicas que, históricamente, hablando de una época, de un tipo de pensamiento y de problemáticas, comentó aExcélsior Ana Yubi Armendáriz, investigadora y encargada de su clasificación.

“A su vez, éste archivo refleja un objetivo en particular: la evolución de México a través de todos sus conflictos, con documentos de valor estético que visualmente también son muy llamativos”.

Entre las joyas, cuenta Ana Yubi Armendáriz, está el Mapa etnográfico de México, realizado por el propio Orozco y Berra por mandato de Maximiliano de Habsburgo, donde le pidió registrar a los habitantes de México por etnias. “Su idea era evitar la discriminación, así que con este mapa lo que Maximiliano intentó fue el registro y posterior división del país por etnias y regiones”. Orozco y Berra trazó este documento con reticencia, “pero el resultado fue un documento muy bello y valioso, el primero de su tiempo donde captó etnias que en la actualidad ya no existen”. Una de las historias más intrigantes que yace en este archivo es la de Francisco Ulloa, un fraile del siglo XVII que viajó al norte del país para realizar el primer mapain situ de esta región. Durante un año trabajó sin descanso pero antes de concluir su tarea… fue secuestrado y asesinado por un grupo de comanches. Meses después el mapa fue recuperado, pero Baja California aparecía como una isla. En ese momento nadie imaginó que el mapa estaba incompleto, así que los cartógrafos de su tiempo empezaron a reproducir esta imagen durante esa época. El archivo también resguarda la primera fotografía panorámica de la Ciudad de México. Se dice que fue captada en 1852 por Désiré Charnay, en un momento en que México empezó a llamar la atención de los europeos.

“Además de la calidad en la imagen, esta fotografía demuestra la tecnología que utilizó Charnay para captarla, pues tuvo que llevar todo su laboratorio hasta el sitio (en el Templo de San Agustín), para revelarla y utilizar la misma luz en las dos tomas”.

Cabe señalar que en este archivo también se encuentran distintas fotografías que Désiré Charnay captó en zonas arqueológicas de Palenque y Uxmal, principalmente. Manuel Orozco y Berra fue discípulo de Joaquín García Icazbalceta, destacó como alumno distinguido del Colegio de Minería, fue historiador, cartógrafo y miembro de la Academia Mexicana de la lengua, director del Archivo General de la Nación y Ministro de la Suprema Corte de Justicia con Benito Juárez. Otra joya de este acervo son todos aquellos mapas que registran con nombre y ubicación dos ciudades míticas que fueron ubicadas en el norte de México. Se trata de Cíbola y Quibira, dos lugares paradisiacos formados en el imaginario de la Edad Media, detalla la investigadora. Sin embargo, el documento más consultado y codiciado es el Atlas de los límites entre México y Guatemala: dos tomos gigantes donde se realizó un registro fotográfico y territorial de la zona.

“Cuando Díaz llegó a la presidencia se percató de que no estaba definido el límite entre México y Guatemala, por lo que Guatemala reclamaba el Soconusco, así que armó una comisión de topógrafos que tardaron 20 años en conseguir su objetivo: dos atlas monumentales con siete álbumes fotográficos y tres mapas monumentales”.

Otro de los documentos emblemáticos del acervo es  El árbol de los tres reinos, un esquema donde los científicos positivistas clasificaron los tres reinos de la naturaleza según su propia investigación. “El documento fue supervisado por Vicente Riva Palacio, lo realizó Manuel Ortega Reyes y está representado con tres ramas de un árbol, donde la más grande corresponde al reino animal, otra al vegetal y por último el mineral.